Un cráneo para unirnos a todos

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El cráneo hallado en Dmanisi / Marcia Poce de León

El hallazgo de la calavera más completa y antigua de un ancestro humano obliga a repensar nuestros orígenes.

 

En agosto de 2005, en un lugar a medio camino entre Europa y Asia, un cuarentón al que apodan Maestro se topó con el tesoro de su vida. Entre la tierra del yacimiento de Dmanisi, en Georgia, Giorgi Nioradze descubrió la parte superior de un cráneo. Pronto se le unieron otros arqueólogos y las excavaciones se prolongaron durante días hasta que, por fin, dos cuencas vacías emergieron del terreno.

Hoy, ocho años después de su descubrimiento, el cráneo de Dmanisi ha hecho su primera aparición pública ante el mundo. Lo hace por todo lo alto, en la portada de la revista Science, una de las más prestigiosas en el mundo científico. Y no es para menos: no sólo el cráneo está íntegro, sino que además, una mandíbula hallada cinco años antes ha resultado corresponder al mismo individuo. El fósil es de un Homo erectus, la especie de la que, según muchos expertos, descendemos todos los humanos modernos, y su simple existencia obliga a repensar aquella pregunta que berreaban los Siniestro Total en los 80: ¿quiénes somos, de dónde venimos?

“Este es el cráneo más antiguo y completo de un ancestro humano que se ha hallado nunca”, explica a Materia, David Lorkipanidze, investigador del Museo Nacional de Georgia y miembro del equipo que desenterró el fósil. “Solo existen cosas comparables en la Sima de los Huesos de Atapuerca y allí los cráneos son mucho más recientes, de hace unos 400.000 años”.
¿Quién era aquel ancestro humano? Su complexión apunta a que fue un macho con el que a pocos les gustaría identificarse. Medía un metro y medio y tenía un cerebro muy pequeño incluso para los estándares de su especie  (546 centímetros cúbicos, más o menos la mitad que un humano actual). Su cara en cambio era enorme, muy simiesca y alargada, con grandes dientes y unos arcos de las cejas marcadísimos. Aquella complexión ceñuda era una rareza, incluso comparada con los restos de otros cuatro erectus que vivieron en Dmanisi. Por eso es aún más sorprendente la conclusión que los expertos sacan de este cráneo: los primeros miembros del género Homo, el nuestro, pertenecían todos a una misma especie.“Era similar a cómo en los humanos de hoy hay varias razas, pero solo una sola especie”, explica Lorkipanidze.
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El cráneo de Dmanisi, durante la excavación / G.N.M.
Según esta teoría, el Homo erectus protagonizó una aventura sin igual. Hace unos dos millones de años, un pequeño erectus de cerebro diminuto, pero ya alimentado en parte por el consumo de carne, fue el primer homínido en abandonar África, la cuna de la humanidad. No sabía hacer fuego, subsistía a base de carroña y cuando la encontraba estaba a merced de otros depredadores más fuertes y rápidos que en muchas ocasiones acababan devorándolos. Y aún así, en un mundo hostil y nuevo, aquellos erectus amasaron la fuerza y la organización social necesaria para sobrevivir y conquistar otros dos continentes: Asia y Europa. Según los descubridores del cráneo de Dmanisi, erectus habría sobrevivido durante cientos de miles de años sin cambiar lo suficiente como para dividirse en especies diferentes. En otras palabras, es un digno antecesor del Homo sapiens, la única especie capaz de habitar los seis continentes y reproducirse hasta el punto de poner en duda la sostenibilidad del planeta.
Hasta hoy la historia oficial de nuestros orígenes era muy diferente. Allí donde se encontraba un fósil de un homínido solía proclamarse el descubrimiento de una nueva especie. Así sucedió con el Homo habilis, una versión aún más primitiva del erectus que vivió (entre los árboles y el suelo) en Kenia. O con el Homo ergaster, la versión africana del erectus. O con el Homo rudolfensis, que según algunos debería ser sacado del árbol genealógico de los Homo junto al habilis.
El nuevo cráneo llega para unir a todas esas especies. El macho de Dmanisi es mucho más corpulento que sus congéneres, sus facciones más marcadas y primitivas y su cerebro más pequeño, pero, aún así, los rasgos de los cinco homínidos del yacimiento georgiano entran perfectamente dentro de la variación aceptable en una misma especie. Lo mismo sucede al comparar estos restos con los de los rudolfensis, habilis y ergaster: todos una misma especie con variaciones que no son mayores que las que hoy en día hay entre homínidos como los chimpancés o los sapiens. “Al final todo pertenece al mismo linaje de Homo”, resume Lorkipanidze.
Pero este mensaje de unidad que tanto nos acerca a nuestros ancestros no convence a todos. “Es difícil de mantener que pudiera existir una misma especie transcontinental que se mantuviese un millón de años sin cambiar a no ser que se congelase la biología”, opina Martinón-Torres, investigadora del Centro Nacional de Investigación Sobre la Evolución Humana que ha estudiado en detalle los dientes de los homínidos de Dmanisi. El nuevo cráneo que tanto le sorprendió por su mirada y más en concreto sus dientes, son simplemente demasiado diferentes como para pertenecer a una misma especie. La experta apunta que tal vez el macho de Dmanisi y el resto de los homínidos fuesen en realidad dos grupos que pudieron vivir en el mismo lugar pero separados por más de 10.000 años. Ésta, resalta, es la posibilidad que un equipo español determinó en un estudio sobre los niveles de terreno de Dmanisi. Otro trabajo español apuntaba que las herramientas de piedra halladas en el yacimiento georgiano eran demasiado diferentes entre sí como para pertenecer a un solo grupo.

Una tarde de tormenta

“Esta clasificación le haría la vida mucho más fácil a la gente si fuera verdad”, bromea Fred Spoor, investigador del Instituto Max Planck de Biología Evolutiva, que no cree que todos los Homo fuesen en realidad uno solo.  En 2007, Spoor presentó dos nuevos cráneos de Homo habilis hallados en Kenia que, según su equipo, demostraban que aquellos homínidos eran una especie diferente a erectus y resaltaban que ambas especies eran diferentes a pesar de haber vivido en la misma zona de África durante medio millón de años. Según Spoor, la comparación que ha hecho Lorkipanidze entre los cráneos africanos y los georgianos es “tosca” y se ha limitado “a mirar por encima” la forma general de los cráneos. Si se entra en detalle, dice, se ve que el cráneo de Dmanisi tiene rasgos únicos de los erectus, entre ellos la parte posterior del cráneo algo angulosa y, sobre todo, ese arco de las cejas proyectado hacia afuera que tanto sorprendió aquel verano al sobresalir del terreno.
La tarde que Maestro y el resto del equipo de Dmanisi lograron por fin sacar el cráneo de la tierra amenazaba lluvia, mucha lluvia. “Los arqueólogos sacaron el fósil delante de los periodistas de la prensa local”, recuerda Jordi Agustí, investigador del IPHES, que estaba allí aquel día. “Fue un momento casi mágico; un miembro del equipo sacó el fósil de la tierra y justo entonces estalló una tormenta que acabó por anegar el yacimiento”, resalta. Para Agustí, los homínidos de Dmanisi son un punto y seguido. Una versión primitiva, previa, al erectus evolucionado.
Llegado un punto, las diferentes facciones se unen. Todos los consultados coinciden en apuntar a erectus como la especie que dio origen a la nuestra. En algún momento, un grupo de estos homínidos que vivían en Asia o tal vez en Europa, volvieron a África para seguir desarrollando cerebros más grandes y sociedades más complejas hasta dar lugar al Homo sapiens. Este camino hasta nuestra especie bien pudo pasar por España. Aquí, en la sierra burgalesa de Atapuerca, vivió un humano más evolucionado que los erectus y menos que el sapiens: el Homo antecessor. “Antecessor era ya bastante parecido a los humanos modernos y podría muy bien ser el candidato”, concluye Spoor. Pero para demostrarlo hará falta encontrar, como no, otro cráneo excepcional.


REFERENCIA
‘A Complete Skull from Dmanisi, Georgia, and the Evolutionary Biology of Early Homo’ doi/10.1126/science.1238484

Autor: Nuño Domínguez
Fuente: Materia

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5 vídeos de plantas en floración y un camaleón

5 vídeos de plantas con flores en plena floración y un camaleón:

LA CAÑA DE INDIAS: Canna indica

El HIBISCO: Hibiscus syriacus

LA ZINIA: Zinnia elegans

LA PETUNIA: Petunia x hybrida

EL FLAMBOYÁN: Delonix regia

EL CAMALEÓN: Chamaeleo chamaeleon

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EL TRÉBOL BLANCO: Trifolium repens

TRÉBOL BLANCO: Trifolium repens

El Trébol blanco (Trifolium repens) es una planta herbácea vivaz de la familia Leguminosae y con distribución por el centro y sur de Europa.
Es una especie rastrera que alcanza una altura máxima de unos 40 cm. Se extiende mediante los tallos, que enraizan a partir de los nudos.
Las hojas son compuestas, con largos peciolos; trifoliadas, con los foliolos trasovados y borde denticulado; de color verde con mancha blanquecina en forma de arco en la parte central (a veces sin ella).

TRÉBOL BLANCO: Trifolium repens

Las flores están agrupadas en inflorescencias globosas con largos pedúnculos. Su forma es papilonácea, con los pétalos blancos a rosados y cáliz de dientes desiguales.
El fruto es una vaina indehiscente, con 1 a 4 semillas lisas y amarillas.

TRÉBOL BLANCO: Trifolium repens

En la naturaleza se da en casi todas las zonas , suelos y altitudes, prefiriendo los climas templados y húmedos.
En jardinería se usa para la formación de céspedes y praderas. Requiere humedad y exposición soleada (vegeta mal a la sombra). Resiste bien las heladas y no requiere abonado nitrogenado puesto que es una planta fijadora de nitrógeno. Se adapta bien al corte y puede extenderse compitiendo con otras cespitosas.
En agricultura se usa como pratense, normalmente mezclada con el vallico inglés, para su aprovechamiento «al dente» o bien para hacer heno. Su uso está extendido por todo el mundo.

Más información en Flora vascular y en Unavarra

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EL COMPOSTAJE

Uno de los problemas que tenemos en nuestras casas y en las ciudades, en general, es la eliminación de los residuos orgánicos de origen vegetal. Una solución ideal es el compostaje, el cual permite su posterior utilización como materia orgánica aportándola a nuestros suelos.
Hay una buena página de reciente creación donde se recoge gran cantidad de información sobre el compostaje doméstico, y a la que se puede acudir para saber qué debemos hacer si nos queremos adentrar en este mundo. Se trata de elcompostaje.
En ella podemos ver:
-¿Qué es el compost?
-El manual básico del compostaje en PDF
-Un blog con entradas sobre compostaje y otras materias afines: Blog del compostaje
-Algunos vídeos sobre compostaje en compsotajeTV
-Información adicional como pueda ser el enlace a CompostaRed: Red Estatal de Entidades Locales por el Compostaje Doméstico y Comunitario
En definitiva, para todo el que tenga interés en saber sobre compostaje o quiera llevarlo a cabo, en elcompostaje tiene un buen punto de partida.

Otras entradas sobre compostaje:
Compostaje doméstico
Cómo hacer compost en casa

 

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LA RABANIZA: Diplotaxis erucoides

RABANIZA: Diplotaxis erucoides

La Rabaniza (Diplotaxis erucoides) es una planta anual o bianual, de la familia Brassicaceae y origen mediterráneo.
Alcanza una altura de 10 a 50 cm. Formada por un tallo erguido y piloso, se encuentra en forma de roseta durante el tiempo frío.
Las hojas basales son pecioladas, de pinnatidivididas a pinnatisectas; las superiores son alternas, más pequeñas y menos lobuladas; ambas con pelos dispersos y color verde oscuro.

RABANIZA: Diplotaxis erucoides

Las flores tienen el cáliz con sépalos pelosos, de color verde violáceo; la corola de 4 pétalos blancos, con nervios amarillentos. Son hermafroditas.
Frutos en silicua con semillas diminutas.

RABANIZA: Diplotaxis erucoides

En la naturaleza aparece en los cultivos y zonas ruderales.

Más información en Cultura Agraria

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LA PAMPLINA: Stellaria media

PAMPLINA: Stellaria media

La Pamplina (Stellaria media) es una planta herbácea anual de la familia Caryophyllaceae, con origen euroasiático y distribución mundial.
Alcanza una altura de unos 30 cm. Los tallos son verdes y con una línea de pelos entre los nudos.
Las hojas son simples, opuestas, pecioladas (salvo las superiores que son sentadas), de forma ovada y ápice apuntado. El color es verde brillante.

PAMPLINA: Stellaria media

Las flores son pequeñas, terminales y axilares, normalmente solitarias, con el caliz de 5 sépalos de color verde y pelosos; la corola la forman 5 pétalos de color blanco, divididos en 2 casi hasta el fondo.
El fruto es una cápsula en cuyo interior están las semillas.

PAMPLINA: Stellaria media

Su reproducción se hace por semillas.
En la naturaleza se da como arvense y ruderal, siendo frecuente encontrarla en zonas de cierta humedad. Se ha naturalizado en muchas partes.
En jardinería no se suele usar, salvo en praderas naturales. Sí suele aparecer como mala hierba tanto en jardín como en cultivos, siendo resistente a herbicidas hormonales tipo 2,4 D y MCPA.
Como culinaria se usa en ensaladas y hervida.

Más información en Unavarra

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