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No es la primera vez que el fuego arrasa este humedal en la Reserva Natural El Regajal-Mar de Ontígola; afortunadamente y a pesar de los muchos embites tiene una capacidad regenerativa alta, pero todo tiene un límite y puede colapsar su equilibrio, pues se trata de un hábitat muy fragmentado y amenazado por la presión antropogénica, rodeado de polígonos industriales, carreteras, tendidos eléctricos, vía férrea, cotos de caza, cuevas habitadas estacionalmente por personas, especies exóticas invasoras y una presa en mal estado.

“Ahora y antes de que llegue la primavera y la maleza cubra nuevamente de verdor y color todos los residuos, es el momento de acometer una limpieza a fondo por parte de las administraciones competentes y responsables”
Al igual que en el incendio del 18 de febrero de 2018, que asoló únicamente humedal aguas abajo de la presa y de nuevo tras el incendio de 05 de julio de 2000 que arrasó cerca de 200 ha en la Reserva el Regajal Mar de Ontígola, el fuego consumió toda la maleza y ha dejado al descubierto todo tipo de restos, vertidos antiguos de un vertedero ilegal y basura que se ha ido acumulando a lo largo del tiempo y que seguimos arrojando.

Esta basura sirve a su vez de combustible y acelerante en episodios de fuego, como todo tipo de plásticos y envases Pet de bebidas, numerosas botellas de cristal rotas y esparcidas que serán el detonante de nuevos focos en el futuro.

Antiguo vertedero ilegal, cuevas habitadas y construcciones
Lo más llamativo que el fuego ha dejado a la vista visible desde el sendero que rodea el humedal son restos de la base de construcciones (ladrillo y cemento) que se construyeron en algún momento para mejorar y ampliar la habitalidad de la cuevas que ocasionalmente sirven de refugio a personas sin hogar; estas cuevas siguen usándose en la actualidad.
“ …nos encontramos ante la oportunidad de dar un paso de gigante en la protección de este enclave o de seguir ahondando en la pérdida de sus valores ecosistémicos hasta su deterioro irreversible”

También ha quedado a la vista un terraplén formado por restos de vertidos con todo tipo de basura, con origen en un vertedero ilegal que amenazaba el humedal; no en vano junto a la carretera todavía permanece un cartel advirtidiendo de la prohibición de arrojar escombros.


Los residuos peligrosos aumentan el riesgo potencial de un incendio
A lo largo del resto del perímetro puede encontrarse también entre la arboleda y arbustos quemados sprays, botes de pintura y neumáticos carbonizados con los alambres de su estructura como único vestigio.

Estos residuos peligrosos deben depositarse adecuadamente y ser tratados por un gestor especializado por las características de los mismos; su abandono a la intemperie en un entorno natural es un riesgo por la liberación de químicos y amenaza la vida del ecosistema.

Por otro lado son altamente inflamables contribuyendo a alimentar el fuego y aumentan los riesgos a los que se ven expuestos los servicios de emergencia, además de ser un factor impredecible en la previsión de la evolución de las llamas por tratarse de una amenaza oculta.
Limpieza integral del Mar de Ontígola
Ahora, y antes de que llegue la primavera y la maleza cubra nuevamente de verdor y color todos los residuos, es el momento de acometer una limpieza a fondo por parte de las administraciones competentes y responsables, ya que no son suficientes las labores desinteresadas que vienen realizando vecinos y usuarios amantes del enclave y las acciones puntuales de voluntariado ambiental.
Esta limpieza y medidas, y dada la importancia e interés de este humedal incluido en una Reserva protegida, deberían ser precedidas por un estudio previo de los impactos ambientales sufridos a lo largo del tiempo y actuales, analizar la calidad de las aguas y de contaminación del suelo en los antiguos puntos de vertedero para determinar las acciones de limpieza a acometer.
Algunas de estas acciones que pueden esbozarse son:
- Retirada de todo el material restante y tierra que contiene la escombrera del antiguo vertedero ilegal.
- Desmantelar las estructuras de “viviendas”.
- Limpieza a fondo de basura quemada que ahora está a la vista.
- Retirada de basura acumulada en la orilla del humedal y dentro de la lámina de agua entre la vegetación.
- Retirada de material peligroso y descontaminación de los puntos donde han ardido residuos peligrosos como sprays, botes de pintura y neumáticos.
- Analizar como la ceniza por escorrentía afecta a la calidad del agua, fondo, flora y fauna.
- Limpiar y sellar las cuevas.
- Restaurar, mejorar y actualizar la señalización y cartelería del enclave.
- Dotar de papeleras y contenedores las entradas al humedal y a la Reserva.
- Implantar un plan de limpieza periódica que asegure la buena conservación.
- Incluir el humedal en un plan de vigilancia que pueda detectar infracciones.
- Actualizar los estudios sobre la estabilidad de la presa tras la afección de los últimos incendios.

Desgraciadamente los aspectos que hay que abordar son muchos más y se requiere un plan de acción completo y una inversión muy costosa en los trabajos de actuación sobre la presa y la recuperación paisajística de la zona, pero todo ello sigue después de muchos años en un limbo administrativo.






El fuego ha dejado al descubierto las evidencias de la falta de gestión del humedal y de la Reserva, y nos encontramos ante la oportunidad de dar un paso de gigante en la protección de este enclave o de seguir ahondando en la pérdida de sus valores ecosistémicos hasta su deterioro irreversible o desaparición.
Por Javier de los Reyes
Fotografías tomadas el 23 de octubre de 2022
Fuentes y enlaces de interés:
https://elpais.com/diario/1990/06/25/madrid/646313065_850215.html
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