Extraño suceso entre un pez y un cisne

Publicado en: Only birds por Carmen Azahara. Texto original



No me preguntes cómo, pero a veces acaban en mis manos unos libros un poco peculiares. Es el caso del último que he leído llamado "los días más extraños de la pesca". En este título, el autor, Tom Quinn, recopila 67 historias tan reales como extravagantes relacionadas con la pesca desde el año 1800, siendo la más reciente del 1986.

La mayoría están enfocadas en Inglaterra, pero hay algunas que ocurrieron en Escocia, Australia, Irlanda y Estados Unidos entre otros lugares. Y sí, cosas muy raras han pasado en todo este tiempo mientras se pescaba, pero en la que más me ha llamado la atención, un ave estaba involucrada (como no podría ser de otra forma). Si me lo permitís, aquí os ofrezco mi propia traducción libre al castellano de este relato del año 1950:

Es bastante común encontrar a dos lucios que han muerto intentando tragarse el uno al otro. Se han encontrado lucios atragantados de todos los tamaños, desde ejemplares con más de nueve kilos hasta otros con menos de un cuarto de kilo. La falta de miedo de estas feroces criaturas es su perdición. Los lucios tienen cientos de dientes que apuntan hacia abajo en la garganta, por lo que si atrapan algo demasiado grande, el pez no puede devolverlo y muere ahogado. El otro lucio, que sufrió la desdicha de ser la presa, muere también porque no puede soltar su cabeza de los dientes del otro. 

De hecho, es frecuente hallar lucios muertos ahogados por intentar tragar toda clase de extraños objetos y presas que han quedado atascados en sus agallas por culpa de sus afilados dientes que apuntan hacia atrás. Una de las más raras muertes de un lucio por este motivo tuvo lugar en un lago truchero de Inglaterra. Un cisne fue visto aparentemente muerto y a la deriva al lado del carrizal. El alguacil local remó hasta el lugar para ver si podía retirar el cuerpo del cisne. 

Al llegar junto al cuerpo, se inclinó para sacarlo del agua. Y sí, un cisne es un ave bastante grande, pero este ejemplar era ridículamente enorme. El hombre no podía sacarlo del agua para meterlo en la barcaza, por lo que se le ocurrió agarrarlo del cuello para arrastrarlo hasta cubierta. Cuando el alguacil sacó la cabeza del cisne del agua, para su sorpresa, en su lugar apareció un lucio gigantesco. Tal fue la impresión, que el señor pensó por un momento que aún estaba vivo, pero como el pobre cisne, el pez también se encontraba sin vida.  

De vuelta en la cabaña de pesca, el alguacil tuvo que arrancar los dientes del lucio de la cabeza del cisne con un cincel. Parece ser que el pez había vislumbrado la cabeza del cisne mientras éste se alimentaba de plantas acuáticas y decidió que debía de ser algo comestible. Y claro, una vez que se había lanzado hacia adelante y metido la cabeza y parte del cuello del cisne en su garganta, ya no había vuelta atrás. Pero, no hay que decir que, incluso para un lucio de once kilos, tragarse un cisne entero es imposible. El lucio se ahogó porque ya no podía respirar por las branquias. Con la cabeza clavada en la boca del lucio, el cisne tampoco tuvo ninguna posibilidad.

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