Por: Jennifer Berengueras. Cofundadora de Next Step Bags
www.nextstepbags.com
Recientemente he lanzado una marca de bolsas reutilizables hechas de materiales reciclados para sustituir a las bolsas plásticas de usar y tirar – principalmente las utilizadas para la compra a granel de frutas y verduras. Detallo el ‘porqué’ hemos creído que era necesario poner un nuevo producto en el mercado y el ‘cómo’ hemos intentado que todo el proceso fuera sostenible.
Pocas personas dudan ya de los problemas que el exceso de residuos plásticos genera en el ambiente; afectación del medio natural, muertes de animales, inmensas islas flotantes de plástico en medio de los océanos, microplásticos en la cadena alimentaria…. Y algunos reciclan. Pero no tantos se han hecho en planteamiento de realmente qué es lo que podemos hacer a nivel individual que tenga un mayor impacto en evitar esta ‘pandemia’.
Hasta ahora la sociedad ha confiado en el reciclaje como su aportación a reducir la contaminación por plásticos. Aun así, no todas las personas lo hacen. Las cifras indican que sólo se recicla un 37% del plástico que se genera. El resto termina en vertederos (un 46%) o incinerado (un 17%). Existe una cierta opacidad en el destino de los plásticos que entran el “circuito” del reciclaje, como a través de las subastas que dificultan su trazabilidad. Lo que sí se sabe es que una cuarta parte de estos plásticos- los de peor calidad, más sucios, contaminados y más difíciles de reciclar, históricamente se ha exportado a países como China, Vietnam o Hong Kong.
Gracias – si, “gracias”- a que China cerró recientemente sus puertas a las importaciones de residuos plásticos -recibía hasta entonces la mitad de estas importaciones de todas partes del mundo- quedó en evidencia la incapacidad de gestionar la inmensa cantidad de estos residuos que generamos. Se puso de relieve que estas basuras no desaparecen cuando las introducimos en el contenedor amarillo. Otros países a los que se desviaron los residuos como Tailandia, Vietnam, Indonesia, Malasia o Polonia, también están cerrando sus fronteras a nuestra basura. Aunque siempre nos quedaran las trampas legales- como declarándolos bajo otra calificación- o más países dispuestos a aceptarla como actualmente Afganistán o Pakistán.
Todo ello deja en evidencia que hay que dar un paso más y empezar por reducir el consumo de plásticos de un solo uso en primer lugar. Cada vez más personas apuestan por un estilo de vida que les acerque al residuo cero (conocido en inglés como zero waste) modificando sus hábitos de compra y consumo para generar menos residuos en nuestro día a día. Éstas adoptan prácticas como ir a comprar con los propios envases, adquirir productos a granel y no empaquetados o producir sus propios productos de limpieza o higiene, entre otros.
Volviendo a las bolsas… Según Greenpeace cada español utiliza 144 bolsas de plástico al año- 6.800 millones de bolsas fabricadas cada año en este país. Y se estima que en cada bolsa de la compra que se lleva un cliente a casa, hay 3 bolsas de productos a granel, principalmente de frutas y verduras. Unas bolsas que se utilizan de media unos 15 minutos, tardan al menos 500 años en descomponerse y de las que solo se recicla un 7%.
El plástico es un material casi indestructible. Y aunque hay en el mercado materiales como los plásticos biodegradables, bioplásticos, oxoplásticos o plásticos compostables, no hay mucho consenso en cuáles son realmente biodegradables, si se degradan en microplásticos o bajo qué condiciones concretas se compostan o terminan siguiendo el proceso de un residuo cualquiera. Sea como fuere, estos materiales siguen requiriendo una extracción de recursos de la tierra y perpetúan una economía linear de producir-usar-tirar.
Aunque el mayor beneficio ambiental de las bolsas reutilizables es su uso (evitando así el uso de bolsas de plástico de un solo uso), para las bolsas Next Step quisimos que su producción fuera lo más sostenible posible en todas las fases de su ciclo de vida.
Nuestro proyecto ha querido apostar por la economía circular fabricando las bolsas de un 80% algodón reciclado y un 20% poliéster reciclado – aprovechando lo que de otra manera serían residuos destinados al vertedero o a la incineradora y convirtiéndolos en materia prima. Así pues, el algodón utilizado proviene de fibras de los retales pre-consumidor que suelen descartarse en las fábricas textiles mezcladas con poliéster para poderlas aprovechar creando tejidos resistentes. Este poliéster proviene de fuentes post-consumidor como las botellas de PET recicladas.
Reciclando el poliéster reducimos nuestra dependencia del petróleo y reutilizando residuos textiles ahorramos una gran cantidad de energía y agua, se utilizan menos productos químicos en el procesamiento de las fibras y se preservan las tierras de cultivo. El cultivo y la producción de algodón convencional requiere de enormes cantidades de agua – 2.000 litros para conseguir 1 kilo bruto, ocupa el 3% de las tierras cultivables, usa el 25% de los pesticidas globales y el 25% de los plaguicidas y genera el 1% de las emisiones mundiales de los gases de efecto invernadero. A lo que tendríamos que añadir las afectaciones al agua, el suelo y la biodiversidad de las comunidades, así como a la salud de los trabajadores. Según la consultora Made-by, el algodón reciclado se encuentra entre las fibras mejor situadas a nivel de sostenibilidad.
Aunque utilizar algodón ecológico en las bolsas ya hubiera sido una mejor alternativa al convencional, el que encontramos no nos pareció suficientemente sostenible ya que, antes de llegar a nosotros, había viajado por varios países para cada proceso de su producción (por ejemplo, algodón cultivado en EEUU, hilado en Turquía, tejido en Portugal y teñido en España). Las Next Step se producen en India. Aunque pueda parecer extraño, es una de las opciones más sostenibles que hemos encontrado que se adaptara a nuestras necesidades (explicamos en más detalle la decisión en este post de Carro de Combate).
A nivel legislativo, la Comunidad Europea está empezando a regular para reducir el uso de plásticos de un solo uso. Recientemente ha elaborado una lista de 10 productos cuya comercialización dentro de la UE se prohibirá a través de una Directiva como los bastoncillos de las orejas, los cubiertos, platos y vasos, las pajitas, los agitadores de bebidas o los palitos de los globos. En cuanto a las bolsas – y como siempre tarde, España traspone otra directiva europea que prohibirá, a partir del año 2021, las bolsas de plástico en los supermercados incluyendo las llamadas “muy ligeras” utilizadas para la compra de fruta y verdura. Sólo se podrán ofrecer bolsas compostables.
Aunque algunas empresas y administraciones van asumiendo responsabilidad y tomando cartas en el asunto, se debe apostar más fuerte por medidas que pasen por el ecodiseño, la reducción de plásticos de baja calidad, tasas a los plásticos de un solo uso y contenidos mínimos de contenido reciclado que estimulen la inversión de plantas de reciclaje. Mientras tanto, los consumidores podemos empezar a adoptar medidas, ahora mismo. Y por lo que dicen los estudios, parece que la intención la tenemos; un 38% de los españoles damos prioridad a los envases reutilizables y un 30% a los productos mínimamente envasados. Vayamos más allá del reciclaje y reduzcamos nuestro impacto en el planeta y nuestra dependencia de los materiales.
Fuentes de información: Informe “Un món de plàstic” (Diari Ara), Libro “Tu Consumo puede cambiar el mundo” (Brenda Chavez), “Algodón reciclado; su contribución a la economía circular (slowfashionnext.com), “Reducir el exceso de plástico” (ambientum.com)