No es el plástico, es la propaganda

Publicado en: productor de sostenibilidad por alvizlo. Texto original

La creciente respuesta social al problema de los envases de plástico de usar y tirar tiene respuesta: ahora la industria te pide que no culpes al plástico. Otro ejemplo de desinformación encaminada a mantener un modelo de negocio insostenible. Si te interesa el tema en los siguientes párrafos desmonto la campaña #NoCulpesAlPlástico.

Cada vez tenemos más evidencias del impacto de los plásticos de usar y tirar sobre nuestra salud, la de los ecosistemas del planeta en que habitamos y nuestro modelo económico y social. Y cada vez es más urgente buscar alternativas a su utilización.

Una creciente conciencia global contra la que la industria tiene en marcha una potente estrategia de desinformación: mentiras, medias verdades, publicidad, propaganda… que afectan a los procesos de toma de decisiones y condicionan las medidas que se aplican para seguir manteniendo su modelo de negocio.

Así, la campaña de la Asociación de Investigación de Materiales Plásticos y Conexas (AIMPLAS), también conocido como el Instituto Tecnológico del Plástico, nos pide que no culpemos al plástico y trata de trasladar a los ciudadanos las responsabilidades que las decisiones de quienes utilizan plásticos de usar y tirar en sus modelos de negocio. Más desinformación para distraer la atención sobre el impacto y los problemas ambientales, sociales y económicos que el los plásticos de usar y tirar causan a todas las personas que habitamos este planeta.

La magnitud del problema:

Desde que empezamos a utilizar plástico, hace 65 años, hemos empleado unas 8.000 millones de toneladas métricas de las cuales 5.700 se han convertido en residuos. Un 79%, 4.900 millones de toneladas están abandonadas en la naturaleza o depositadas en vertederos. El 12%, 800 millones de toneladas han sido incineradas y solo un 9%, 600 millones de toneladas, se han reciclado.

La humanidad utiliza los plásticos como material resistente a distintos procesos naturales y, sobre todo, por ser un producto artificial. Las formas de vida presentes en nuestro planeta no han conocido el plástico hasta que los seres humanos han empezado a fabricarlo y abandonarlo en la naturaleza. Salvo algún caso puntual (y poco significativo en relación a los 8.000 millones de toneladas producidos), no hay seres vivos capaces de atacar a los plásticos o incorporarlos a sus procesos metabólicos.

El resultado es que el plástico se va degradando en partículas cada vez más pequeñas que dejamos de ver a simple vista, dando lugar a microplásticos que se acumulan en los ecosistemas y se incorporan en seres vivos que los acumulan en sus organismos hasta que llegan a nuestra dieta. Por el camino se agrupan en feas y peligrosas islas de basura flotante, que cada vez acumulan más plástico en el océano, o generan sufrimiento y acaban con la vida de quienes los confunden con su alimento.

El reciclaje no soluciona el problema:

Está de moda el concepto de la economía circular. En el caso de los plásticos, concretamente en los envases de usar y tirar, no funciona. Sólo 2 de cada 100 envases puestos en el mercado acaban siendo nuevos envases de plástico. El 98% de la creciente cantidad de envases proviene del petróleo, recurso fósil que necesitamos para usos donde no lo sabemos sustituir y mucho más necesarios que los envases de usar y tirar.

Tampoco nos podemos olvidar de que, a pesar de los esfuerzos por evitarlo, más del 30% de los envases de plástico siguen abandonándose y contaminando el medio ambiente, cerca del 40% se siguen enterrando en vertederos y un 14% se incinera, trasladando el problema a la atmósfera en forma de gases de efecto invernadero y otros contaminantes.

Hay quien propone rescatar los plásticos del mar para fabricar ropa. Esta idea únicamente consigue acelerar el proceso, ya que en nuestras lavadoras las prendas de plástico liberan fibras microscópicas que van directamente a los ríos y ecosistemas acuáticos.

economía circular de los envases de plástico

¿Podríamos solucionar el problema?

Sí, es muy sencillo: basta con dejar de comprar envases de usar y tirar. Desgraciadamente estamos sumidos en un modelo de producción y consumo donde el plástico de usar y tirar apenas presenta alternativas. Pero todas y cada una de las personas que nos preocupamos por nuestra salud podemos tomar medidas al respecto.

Una fácil, en todos los lugares donde disponemos de agua de grifo de calidad suficiente, es beber agua del grifo. Acostumbrarnos a tener a mano un recipiente reutilizable reduce drásticamente el número de envases de usar y tirar que utilizamos. Si, de paso, renunciamos a grupos de productos como puedan ser los refrescos y otras bebidas azucaradas, empezamos a movernos en un modelo de consumo más saludable y más sostenible.

Somos esclavos de los envases de usar y tirar:

Pero no nos engañemos, somos esclavos de los envases de usar y tirar. Las corporaciones multinacionales de distribución tienen en el plástico un aliado con el que mantener un modelo de negocio insostenible que empobrece a todas las personas del planeta a la vez que contamina todos los rincones del globo.

Un ejemplo claro está en los envases de plástico en frutas y verduras. ¿Por qué las grandes cadenas los forran en plástico? Para que puedan recorrer miles de kilómetros y pasar semanas en procesos de distribución y almacenaje.

El problema no es solo que generan un residuo que no se puede recuperar ni reciclar, el problema es que con este modelo compiten en precio con productores y comerciantes locales y de proximidad: impacto social y económico que no podemos ignorar.

El frutero de barrio no necesita tener género almacenado meses, ni millones de clientes. Para sobrevivir dignamente le basta que algunos vecinos de alrededor de su establecimiento pasen por la tienda cuando vuelven a casa de sus tareas o el sábado por la mañana.

A cambio de ese pequeño esfuerzo, el frutero contribuye a mantener una red de distribución y producción más cercana, que no necesita plastificar frutas y verduras, y no depende de un contrato precario en una corporación que especula con las necesidades de sus vecinos.

Esa es la parte social del problema. Las grandes cadenas de distribución y centros comerciales concentran personal precarizado. Salarios míseros a cambio de jornadas y condiciones de trabajo en el límite de la legalidad vigente. ¿Para qué? Para crear la ilusión de ahorro en consumidores que invierten su tiempo y su sueldo en desplazarse en coche a llenar el maletero compulsivamente.

No interesa que cambiemos el modelo de consumo:

Pero no interesa que cambiemos nuestro modelo de consumo. Las grandes corporaciones necesitan nuestro dinero para seguir aumentando su cuota de poder. Cuanto más margen de beneficio tienen más influyen en los procesos de toma de decisiones. Más pueden invertir en propaganda. Y el plástico es su aliado.

Envasan en plástico de usar y tirar en cualquier parte del mundo. En las que se utilizan procesos de producción más intensivos y con menores costes. Donde se pueda deforestar para conseguir aceite de palma barato. Donde se pueda conseguir mano de obra barata y sin derechos laborales. Los productos recorren miles de quilómetros y pasan semanas en medios de transporte, almacenes, centros logísticos… No sería posible sin el plástico.

El productor local queda fuera de juego. Respetando los ciclos de fertilidad de la tierra o los sistemas tradicionales de producción, las variedades locales o los derechos de las personas que trabajan en su explotación asume costes que las grandes multinacionales externalizas en forma de pérdida de biodiversidad global y precariedad laboral.

Y el pequeño comercio sale seriamente perjudicado. No puede competir en precio con las grandes superficies que ajustan el precio al máximo a costa de la calidad del producto y las condiciones laborales de todos los que participan en su cadena de valor. Menos cuando éstas externalizan su responsabilidad sobre los envases de usar y tirar trasladando la gestión y los costes a los contenedores de colores que sufrimos todos los ciudadanos en nuestras calles, impuestos y bolsillos.

¿Quién impide que cambie el sistema?

El propio sector del envase de usar y tirar. Gasta mucho dinero en convencernos de que el reciclaje es la solución. Tanto que tiene a su disposición profesionales, medios, empresas y asociaciones dispuestas a bailar al son que toque. La desinformación es absoluta y llega a todos los niveles.

Las industrias del plástico y del envase de usar y tirar están aprovechando la situación precaria del periodismo ambiental, del asociacionismo conservacionista, de los profesionales de la educación ambiental… para imponer un modelo de consumo insostenible.

Han instalado en el imaginario colectivo, por ejemplo, que estamos reciclando cerca del 80% de los residuos de envases. ¿Cómo llegamos a esa cifra si, por ejemplo, en la Comunidad de Madrid sólo 28,39% de los envases ligeros se depositan en bolsa amarilla? Son datos publicados en la Estrategia de Gestión Sostenible de los Residuos de la Comunidad de Madrid que estos días está en información pública. Pero que no aparecen en los medios de comunicación.

Lo que sí se reproduce es una nota de prensa en la que se habla del análisis de “16.699 residuos abandonados en humedales continentales”, pero no podemos encontrar en ninguna parte los datos para contrastar los titulares, no hay un estudio publicado al respecto y desconocemos la metodología aplicada para llegar a los resultados ofrecidos. Si preguntamos recibiremos escusas como que todavía no hay resultados significativos, que los datos se están validando, que la metodología… de las mismas organizaciones que se hacen la foto con la industria del envase de usar y tirar.

El verdadero problema es que estamos construyendo un relato falso alrededor de los plásticos de usar y tirar y lo que cabe esperar sobre el modelo de reciclaje basado en un contenedor amarillo. Un relato que tiene muchos más cómplices. Otro en las universidades y centros de investigación. Desde una cátedra universitaria que surte de becarios a quienes hacen los estudios que pretenden desacreditar las alternativas al modelo actual de gestión de residuos de envases. Hasta un entramado que nos ayuda a entender cómo funciona el sistema completo.

Tal vez te suene el titular “Nuestra conciencia ecológica se dispara y pasamos de reciclar un 4,8% al 74,8%”. Sí, varios medios de comunicación recogieron los resultados de un estudio del el Strategic Research Center de EAE, de la EAE Business School. En concreto los del grupo Planeta, al que pertenece esta escuela universitaria. ¿Cuál es el origen de los datos? Si consultan el estudio podrán comprobar que salen de un agregador de estadísticas que se limita a recopilar información disponible, sin cuestionar la fuente. En última instancia el estudio utiliza los datos publicados por la industria del envase de usar y tirar para hablar del reciclaje en España.

Quizá cabría esperar que el centro de investigación de una escuela de negocios rascase un poco en la información y contrastase distintas fuentes. Pero tenían urgencia en promocionar su nueva línea de negoción en economía circular y no querían meterse en jaleos con patrocinadores que financian otras actividades del grupo editorial.

Contra estas cifras que sitúan el reciclaje de envases en datos cercanos al 80% tenemos los datos públicos oficiales comentados anteriormente y estudios independientes que sugieren que el reciclaje en España está por debajo del 30% y cercanas al 20%.

También cabría mencionar a los responsables de la gestión. Desde sus cargos políticos, empeñados en llegar tarde y mal a cualquier moda, en vez de utilizar los recursos tecnológicos y de comunicación para cumplir una función social, fomentar la participación en los procesos de toma de decisiones, la transparencia y el acceso a los datos o la divulgación de información oficial, se dejan deslumbrar por las estrategias de propaganda de la industria y se entregan a sus intereses. Y lo entiendo, debe ser muy triste reconocer que en tu territorio el 80% de los residuos de envases van directamente a vertedero. ¿Mejor quedarse con el amable mensaje de la industria del plástico que animar a la población a conocer el problema y aportar soluciones?

Necesitamos educación ambiental, no tanta propaganda:

Los profesionales del sector, las asociaciones con inquietudes ambientales y sociales, las personas formadas e informadas no podemos quedarnos calladas, no podemos ser cómplices de un engaño que no se sostiene.

Conocemos la magnitud del problema y sabemos cuáles son las soluciones. Sufrimos la estrategia de una industria que podría generar más empleo y de más calidad si sumiese sus responsabilidades en vez de externalizarlas en forma de impactos sociales, ambientales y económicos para el conjunto de la sociedad.

Es hora de denunciar la manipulación dirigida a mantener una situación insostenible. Dejar de ser cómplices de la estrategia de propaganda y buscar recursos y aliados donde se pueda hacer educación ambiental para avanzar en la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

El grupo de presión de los envases de usar y tirar tiene muy estudiados sus mensajes. Su negocio es que se vendan cada vez más envases de usar y tirar. Y es perfectamente consciente de que sus campañas no incentivan una mayor participación en la recogida selectiva.

Es la única forma de explicar que 20 años después sigamos sin saber qué hay que tirar a cada contenedor. ¿Cuanto han tardado tus padres en aprender a manejar un teléfono de pantalla táctil con sistema operativo Android con el que recibir y enviar las foros de sus nietos? Hace 20 años tener un teléfono móvil con el que únicamente se podían hacer y recibir llamadas era bastante poco frecuente y las tablets… ni siquiera nos habíamos planteado que pudiésemos tener una. ¿Tan difícil es trasladar a una población capaz de adaptarse a cambios tecnológicos complejos un sencillo sistema de recogida selectiva basado en contenedores de colores?

Contenedores que, por cierto, están al servicio de la industria del envase de usar y tirar para quitarse de en medio el problema de los envases que ponen en el mercado y tienen la responsabilidad de gestionar adecuadamente. Una industria que finalmente solo asume el coste de lo que entra en el contenedor adecuado. Y, recordemos, en la Comunidad de Madrid, para el caso del contenedor amarillo eso apenas ocurre con 3 de cada 10 envases puestos en el mercado. El 100% de los comercializados están adheridos a un sistema que únicamente se hace cargo del 30%… un negocio redondo que traslada el 70% de los costes de los residuos que genera al conjunto de la población, a los sistemas de recogida de residuo municipales, a los ecosistemas naturales, a las playas y mares.

Recientemente se están poniendo ejemplos sobre la mesa, como la forma en la que las marcas de refrescos presionan contra las campañas por una dieta más saludable que podrían afectar a su volumen de ventas o que cómo las grandes envasadoras influyen sobre las políticas europeas.

¿Podemos permitirnos el lujo de confiar la educación ambiental o el voluntariado corporativo en manos de la industria del envase de usar y tirar? No, no podemos ni debemos. Tiene su propia agenda para perpetuar y ampliar su modelo de negocio a costa de nuestra salud. Es más, su apoyo a organizaciones que inventan palabras como basuraleza o dicen estudiar las basuras abandonadas en la naturaleza no es más que una parte de la estrategia para evitar que se tomen medidas serias que puedan afectar a su volumen de negocio.

Las mentiras de AIMPLAS

La campaña #NoCulpesAlPlástico de AIMPLAS no es más que otro ejemplo de publicidad engañosa en un intento de lavar la tocada imagen de la industria del envase de usar y tirar. Algunas de las mentiras que intenta instalar en la sociedad son las siguientes:

  • Reducir, reutilizar y reciclar es responsabilidad de todos: los fabricantes tienen obligaciones legales para reducir el impacto y asumir el coste de la gestión de los productos que ponen en el mercado. El resto de agentes tenemos responsabilidades condicionadas por las decisiones de quienes ponen en el mercado productos que con su uso se convierten en residuos. El modelo actual de recogida basado en contenedores amarillos no está cubriendo esos costes, no genera incentivos para que el fabricante reduzca la producción de envases de usar y tirar y traslada la responsabilidad a ciudadanos y administraciones.
  • Los plásticos mono uso son imprescindibles en la conservación de alimentos: se utiliza plástico para favorecer los intereses de las grandes corporaciones multinacionales de distribución: los alimentos pueden conservarse en envases reutilizables. Y durante la mayor parte de la historia de la humanidad se han conservado sin necesidad de plásticos. Eso sin olvidar que aquí nos envasan en plástico cosas que tienen su propio envase natural ¿qué me aporta todo el plástico que cubre a fruta y la verdura de los centros comerciales? Al frutero de mi barrio un modelo contra el que no puede competir en precio.
  • Prohibir los productos plásticos no es la solución a las basuras en el medio ambiente: efectivamente, hay muchos tipos de basuras en el medio ambiente. Pero si prohibimos los productos plásticos innecesarios reduciríamos los plásticos abandonados en el medio ambiente. El mero hecho de cobrar un pequeño precio por las bolsas de plástico ha resultado en una importante reducción de la basura en el mar. ¿Qué podría pasar si los productos envasados se vendiesen en sistemas de depósito, devolución y retorno? Quizá otra buena medida sería prohibir el agua embotellada donde la calidad del agua de grifo es adecuada para consumo humano. Pero el negocio de meter agua en plástico es muy jugoso.

  • La solución a las basuras marinas está en tu comportamiento responsable: con esta afirmación la industria del envase de usar y tirar traslada la responsabilidad del envasador al consumidor, que es quien pone en el mercado lo que acaban siendo basuras marinas. Sin envases de usar y tirar habría menos basuras, en general. Y sin envases de plástico en el mercado no habría envases de plástico en el mar.
  • Los plásticos ahorran agua, energía y emisiones de efecto invernadero: depende de cuáles. Los envases de usar y tirar, cuya finalidad es permitir el transporte a larga distancia de alimentos que podrían ser producidos localmente no ahorran nada de eso. Más bien al contrario. Los envases de plástico han deslocalizado la producción y ampliado las cadenas de distribución haciendo que satisfacer la necesidad de alimentación cada vez consuma más energía y genere más emisiones de efecto invernadero.
  • La mayoría de los usos de los plásticos son duraderos: eso sí, sustituyendo a otros materiales que tienen propiedades similares y menor impacto ambiental. De todas formas ¿el problema no eran las basuras marinas? No podemos olvidar que cada vez se venden más productos en envases de plástico de usar y tirar. En cualquier caso, si vamos a la memoria de PlasticsEurope para 2017 encontramos que el 39,9% de los plásticos se destinaron a envase. No es la mayoría, pero sí el uso que más material emplea.

  • Los plásticos salvan vidas: no serán los que se encuentran en la sangre de las personas, los estómagos de los albatros, los que se queman en instalaciones de gestión de residuos o incontroladamente alrededor de ellas. Una bonita generalización para desviar la atención sobre el impacto de las toneladas de envases de usar y tirar que cada día se ponen en el mercado.
  • Los plásticos conservan los alimentos y evitan desperdicios: los envases de usar y tirar son desperdicios que en la mayoría de las ocasiones no se pueden recuperar ni reciclar. Y obligan al consumidor a comprar cantidades definidas por el envasador, no por sus necesidades reales. Generan un modelo de compra compulsiva que es el origen del desperdicio alimentario en las ciudades, tanto por la falta de planificación de las compras como por la posibilidad de transportar y acumular alimentos que caducan en nuestros hogares.
  • Los plásticos son materiales totalmente seguros para la salud: salvo porque que como se degradan y acumulan en los ecosistemas, pasan a las cadenas alimentarias y están presentes en nuestro organismo sin control.

Como puedes comprobar la mayor parte del argumentario de AIMPLAS está enfocado a mantener un modelo de consumo basado en envases de usar y tirar. Totalmente insostenible, pero claramente beneficioso para la industria que divulga el mensaje.

El plástico sí tiene la culpa de muchos problemas ambientales, sociales y económicos: contaminación de ecosistemas naturales y la cadena alimentaria, precariedad laboral al servicio de grandes corporaciones y concentración de la riqueza en manos de unos pocos.

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