Las rapaces nocturnas del Lejano Oriente

Publicado en: Only Birds por Carmen Azahara. Texto original



Muy poquito queda ya para que termine este año y no quería que se fuera el 2017 sin mencionar a las rapaces nocturnas que anillamos en Muraviovka Park. Increíbles ojos a los que pudimos mirar mientras hacíamos el seguimiento a este grupos de aves. Una hermosa recompensa a las horas extras que hicimos a la noche a pesar de haber estado trabajando todo el día desde una hora antes del amanecer. 


Euan y yo decidimos ampliar el muestreo de estas aves en concreto, ya que consideramos que no se les estaba prestando la atención que se merecen. Horas de espera entre mosquitos, que daba igual ya que marca de repelente usaras, ninguno funcionaba. Lo único que podías hacer era taparte hasta la última falange de la mano a pesar de hasta los treinta grados (con doble capa, porque eran capaces de traspasar pantalones, camisas, guantes,...) y rejilla en la cara incluida, pero sin que estuviera muy pegada a la frente, que también eran capaces de picar a través de ella. Nadie podía negar que esos mosquitos eran bien rusos. 

Búho chico, long-eared owl (Asio otus)

La última ola de frío siberiano que llegó para quedarse definitivamente fue más que bienvenida. Los mosquitos perecieron y, aunque iba igual de tapada o más, al menos podía quitarme la rejilla de la cabeza y no estar chorreando de sudor. En el momento en el que el termómetro empezó a marcar bajo cero fue para mí toda una bendición. Pero sarna con gusto no pica, y los resultados fueron más que satisfactorios. Para empezar, marcamos once búhos chicos. De hecho, tuvimos a tres en una misma noche al mismo tiempo. 

Búho campestre, short-eared owl (Asio flammeus)
No todas las noches teníamos las condiciones idóneas para anillar búhos, como fuertes vientos al anochecer o luna llena. También tuvimos un día de ventisca y fuerte nevada donde no pudimos hacer nada durante todo el día. Esos eran nuestros momentos de descanso. Eran las condiciones meteorológicas las que decidían cuando podíamos tomarnos un respiro. El resto del (buen) tiempo había que exprimirlo al máximo. Y afortunadamente fueron la mayoría de las jornadas. Gracias a ello, también tuvimos en la estación la visita de dos búhos campestres, mientras que un pequeño autillo oriental se presentó a primera hora de la mañana en una de las sesiones habituales.

Autillo oriental, oriental scops owl (Otus sunia)

Similar a nuestro autillo europeo, esta nocturna de pequeño tamaño, pero gran carácter, se distribuye al este y sur de China, llegando al entorno de Indonesia, Tailandia e India. También se puede encontrar en Japón y, con respecto a Rusia, al sureste colindante con la frontera china, justo donde nos encontrábamos. A este chico lo marcamos en la tercera semana de septiembre, pero volvió a visitarnos a finales del mismo mes para ya luego seguir su camino al Sur. 

Nínox pardo, brown hawk owl (Ninox scutulata)

Aunque la gran sorpresa nos la llevamos, no en las horas extras, si no cuando ya estábamos terminando la jornada de anillamiento diurno al atardecer. Un misterioso nínox pardo visitó la estación sin que hubiéramos tenido antes ninguna observación de campo de la especie. Esta especie se alimenta principalmente de polillas y otros grandes insectos como escarabajos y saltamontes, pero también puede comer ranas, lagartijas, pequeños pájaros, ratones y murciélagos. Cazan al atardecer usando una percha en una rama de un árbol u otros posaderos para otear a las posibles presas y volar hacia ellas atrapándolas con las garras y volviendo de nuevo a su oteadero.


Una de las características llamativas de este enigmático búho fueron sus tarsos y dedos de las garras con vibrisas o bridas. Éstas son plumas modificadas con apariencia de pelos gruesos y que tienen una función sensorial para ayudarle en la precisión de sus capturas. Otro hecho que me llamó la atención fue que, al liberarlo, pude escuchar perfectamente sus aleteos, lo cual normalmente no ocurre con otros búhos. Siendo su principal fuente de alimentación los insectos, el nínox no necesita ser tan sigiloso como otras rapaces nocturnas. 

Aunque quién revolucionó todo el parque no fueron ninguna de estas especies. Seguido y acechado por todos los córvidos de la zona, con mención especial a los bandos de urracas y rabilargos por ser los más cansinos, un cárabo uralense cometió el error de no ser tan discreto como, estoy segura, le hubiera gustado en aquel momento. Y fue así como, sin mucho esfuerzo, supimos donde se encontraba este impresionante cárabo en todo momento. 

Cárabo uralense, ural owl (Strix uralensis)

Quedándole claro que su visita no fue nada bien recibida y con cara de resignación, le pude tomar alguna que otra foto entre la maleza. Mientras, para nosotros, sí que fue una visita más que deseada. 



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