Publicado en: productor de sostenibilidad por alvizlo. Texto original

El pasado 23 de junio se publicó en el BOE la
Ley 3/2017, de 9 de marzo, de Creación del Colegio Profesional de Ambientólogos de la Comunidad de Madrid. Un hito para todas las ambientólogas y ambientólogos que, casi 23 años después de que se estableciese por primera vez el
título universitario oficial de Licenciado en Ciencias Ambientales, pueden dar un paso más en el reconocimiento de su profesión.
Personalmente nunca he necesitado un colegio profesional para el ejercicio de mi profesión desde que, allá por julio del año 2000, empezase a dar mis primeros pasos en consultoría. Es más, en estos 17 años he tenido sentimientos encontrados sobre el papel de estas corporaciones.
En algún momento comprendí que la existencia de un colegio profesional de ambientólogos no dependía de mí. Emilio Luján lo expresó muy bien cuando dijo que existiría un colegio profesional cuando los ambientólogos y alas ambientólogas quisiesen un colegio profesional. Y así fue, por ejemplo, en
Andalucía.
El marco legal en la Comunidad de Madrid parecía muy desfavorable hasta que un grupo de entusiastas se pusieron a la tarea, consiguiendo que el 2 de marzo de 2017 se aprobase en la Asamblea de Madrid la ley de creación del Colegio Profesional de Ambientólogos.
Pero es sólo el primer paso. El mandato legal para que la
Asociación de Ambientólogos de Madrid, heredera de todas las inquietudes de creación de un colegio profesional en la región y promotora de la ley, cierre el proceso que dará lugar al colegio profesional.
Ahora es el momento de implicarse. Ya no vale poner excusas. Ambientólogos y ambientólogas que ejercéis vuestra profesión, o queréis hacerlo, en la Comunidad de Madrid si queréis colegio profesional tenéis que demostrarlo. No vale mirar para otro lado:
ha llegado el momento de asociarse sin remilgos. ¿Por qué?
Y, esto del colegio profesional ¿sirve para algo? Básicamente para competir en igualdad de condiciones. En España los colegios profesionales son corporaciones de derecho público que pueden hablar de igual a igual a otras instituciones. Mientras otros colectivos profesionales influyen con sus colegios profesionales en el desarrollo legislativo, las ofertas de empleo público… los ambientólogos carecemos, a día de hoy, de un instrumento legal que nos permita competir en el mercado en igualdad de condiciones con otras profesiones colegiadas.
Pero ¿tendré que pagar una cuota? Efectivamente, los colegios profesionales se mantienen con los ingresos que generan. Uno de ello el relativo a las cuotas por los servicios que prestan a los colegiados. El mero mantenimiento de un registro de colegiados implica alguien que dedique tiempo. Si queremos seguros de responsabilidad civil, publicaciones periódicas, el acceso a formación en condiciones ventajosas, bolsas de empleo… necesitamos buenos profesionales que se dediquen al colegio profesional. Y nos gustará que nos atiendan en unas instalaciones adecuadas y con unos equipos que permitan hacer su trabajo.
Todo eso sale de la cuota del colegiado. Una buena inversión si lo que pretendes es acceder a puestos de trabajo bien retribuidos, que tus clientes estén dispuestos a valorar tu trabajo igual que el de un arquitecto, un médico o un ingeniero o, simplemente, que los intereses e inquietudes del colectivo se vean reflejados en la legislación que afecta al medio ambiente y los profesionales que trabajan por mejorarlo.
Lo dicho. Quizá hubo un tiempo para discutir si queríamos colegio profesional o no. Pero ya pasó. Quedan pocos meses para demostrar al conjunto de la sociedad que la titulación en Ciencias Ambientales está a la altura del mandato legal encomendado por la Asamblea de Madrid a la Asociación de Ambientólogos de Madrid.
¿Quieres colegio profesional? Pues toda remangarse.
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