Por decir no a tantas cosas que me hacían infeliz, también tuve que renunciar a otras a las que amaba. Una de ellas era mi proyecto de seguimiento de la
golondrina común en dormidero de mi anterior trabajo. Alguna que otra tormenta y algunos días de vendaval fueron los únicos que pudieron pararme a preparar cada atardecer su recibimiento. Estas pequeñas viajeras paraban a dormir en la estación de carrizo que con tanto esmero cuidaba. Y yo siempre estaba allí, esperándolas. Las noches en vela trabajando con ellas fueron de los mejores momentos que conservo de mis dos últimos años antes de dejar el país.
Siempre lo he lamentado, tener que dejarlas atrás. Pero fueron ellas las que me dejaron claro lo equivocada que estaba. Concretamente fue una joven golondrina quien recalcó mi error. A primeros de mayo, haciéndome cargo de la estación principal en la isla, ocho golondrinas bajaron a dormir, siete adultas y una joven, nacida este mismo año.
¿Qué tiene esta pequeña golondrina de especial? Las golondrinas aún no han criado en la zona, por lo que este ejemplar debe de proceder de poblaciones más meridionales, donde esta especie empieza a criar meses antes, como por ejemplo en Andalucía. Este hecho me recordó a las juveniles que anillaba al norte de España en el mencionado proyecto en este mismo mes procedentes del Sur. Las juveniles, antes de migrar a África, vuelan y se dejan llevar por los bandos de adultos que siguen migrando y llegando desde este continente hacia el norte de Europa. Con la diferencia de que, en North Ronaldsay, jamás había pasado algo parecido.
Por primera vez, una joven golondrina probablemente de tierras mediterráneas, llegó a la isla, y yo tuve la suerte de compartir ese momento con ella. ¿Será andaluza? Quién sabe…
A no ser que hayamos nacido con una hermosa herencia, ya sabemos lo difícil que puede llegar a ser conseguir trabajar en lo que amas. Una lucha constante de trabajo y esfuerzo. Un camino arduo, en ocasiones demasiado, donde harás enemigos, personas que no les gusta que otras cumplan sus sueños (no me preguntes por qué), pero también encontrarás contadas personas que admiraran tu arrojo y querrán ayudarte. Personas que serán esenciales en tu vida. Y por supuesto, si el amor de tu vida es la ornitología, las aves siempre estarán contigo allá donde vayas.
Creí haberlas abandonado, hasta que anillé a la golondrina más especial de North Ronaldsay. Entonces supe lo imposible de mi creencia, porque siempre serán ellas las que jamás abandonarán mi vida.
Leer más