Publicado en: productor de sostenibilidad por alvizlo. Texto original
Cuando hablamos del modelo de gestión de residuos y los sistemas de reciclaje algunas veces obviamos el objetivo principal de todo el esfuerzo institucional y personal de separar nuestra basura y recogerla de un modo concreto: evitar que los residuos acaben depositados en un vertedero.
Si bien es cierto que esta forma de eliminación de desechos lleva acompañando a la humanidad desde el principio de los tiempos, y que puede estar en el descubrimiento de la agricultura, actualmente la problemática de los residuos en vertedero es un desafío de primera magnitud. Adaptando y enriquecido libremente del enlace anterior:
- Ocupación de espacio: las grandes concentraciones de población mundial van llenando los lugares (apropiados o no tanto) donde acumulan sus basuras, rodeándose de montañas de desperdicios enterrados. Las propias características y la descomposición de los residuos hacen que estos terrenos sean muy inestables, con riesgos de hundimiento y liberación de gases.
- Emisión de gases de efecto invernadero: la materia orgánica sepultada en los vertederos sufre procesos de descomposición en los que se liberan importantes cantidades de gases de efecto invernadero. En particular, cuando ocurre en la masa de residuos enterrados, la descomposición es anaeróbica liberando metano (CH4) que tiene un potencial de efecto invernadero mucas veces superior al CO2.
- Contaminación de suelos y aguas: a pesar de la normativa vigente, los vertederos y rellenos sanitarios no están exentos de riesgos asociados al tránsito de agua de lluvia por su masa de materiales acumulados. Este agua puede disolver todo tipo de sustancias, dar lugar a distintas reacciones químicas y acabar contaminando acuíferos, ríos, fuentes…
- Coste económico: los vertederos son un sumidero de materias primas que llegan hasta nuestras ciudades de diversos lugares del mundo en forma de productos de consumo y acaban sepultados y mezclados de una forma que encarece significativamente un hipotético uso posterior.
- Otras molestias: impacto visual, olores, bolsas de marginación, ruidos, polvo… normalmente debido a una mala planificación territorial los vertederos acaban ubicados demasiado cerca de los desarrollos urbanísticos, siendo fuente de conflictos entre y con distintos colectivos ubicados en el territorio.
A pesar de ser la menos deseable de las opciones para nuestros residuos, una importante cantidad de la basura doméstica acaba en vertederos. Según el blog stop basura:
“Del total de residuos generados en el año 2012 en Cataluña el 46% de los residuos acabaron en vertederos, en España el 61%, en Europa (UE 27) tan solo un 33% y en las principales ciudades del Mundo el 56%”.
Es decir, más de la mitad de los residuos urbanos acaban, a escala global, en vertedero y la ciudad de Madrid no es una excepción. ¿Cómo es posible? pues aquí van algunas pistas:
- Modelo de recogida: en Madrid capital, como en otras muchas ciudades, tenemos una recogida de residuos hipotecada a un modelo que prioriza sobre la fracción equivocada: si, aproximadamente, el 40% de los residuos urbanos es materia orgánica, quizá deberíamos tirar todos los metales y plásticos al amarillo y dejar el contenedor gris para la materia orgánica. Quizá un modelo de quinto contenedor facilitaría significativamente la recuperación de materiales de los flujos de residuos, pero de eso hablamos otro día.
- Escasa capacidad de tratamiento: a pesar del esfuerzo de presentarnos el Parque Tecnológico de Valdemingomez como una instalación puntera para el tratamiento de residuos (que quizá lo sea) el Ayuntamiento de la capital debería abordar la cuestión principal: no da abasto para tratar todas las basuras que recibe constantemente.
- Separación en origen: sí, los residuos llegan muy mezclados al vertedero. Si echamos un vistazo al contenido de un camión de recogida selectiva, como el que aparece en la imagen a su llegada a la Planta de separación y clasificación de Las Dehesas, vemos que el esquema de separación domiciliaria no incentiva la participación ciudadana, a pesar de años y años de lavado de cerebro.
- Escasa recuperación de materiales: las plantas de clasificación de residuos domésticos apenas son capaces de recuperar un 40% de los materiales que entran en ellas. El porcentaje puede ser un poco más alto si hablamos de las que trabajan con los residuos del contenedor amarillo, pero entre el 40% y el 70% de lo que entra en estas plantas sale como rechazo, por lo que acaba en un vertedero, en algún caso en forma de cenizas procedentes de la incineración.
- Fracciones recuperadas de escasa calidad: determinadas fracciones recuperadas en las plantas de clasificación de envases, en un porcentaje importante, no son lo que deberían. A modo de ejemplo, en las fotos siguientes tenemos un paquete de plásticos mezclados, impregnados en otros residuos y con una cierta cantidad de volátiles varios. ¿Quién y cómo va a reciclar este material recuperado en la planta de clasificación? Seguramente nadie. Acabará en el vertedero, con la excusa de ser empleado como barrera para sujetar la creciente montaña de basura de Las Dehesas -perdón, Vertedero controlado de rechazos y residuos urbanos no aprovechables-.
El eufemismo estaría bien si no fuese porque vertido en la tierra acaba de todo, animales muertos -el día que no funciona la incineradora-, camiones que pasan directamente porque la planta de clasificación está saturada y no puede aceptar más carga, materiales de rechazo -de los que todavía se podrían sacar materiales valiosos si hubiese capacidad para darles una segunda pasada-, residuos clínicos, restos de mercados, residuos de limpieza viaria… O porque la masa de basura no se cubre de tierra con la frecuencia deseable para evitar las molestias propias de un vertedero.
Así las cosas, ¿merece la pena participar en los sistemas de recogida selectiva? La respuesta es sí. Si depositamos nuestros residuos en los contenedores y los separamos con un poco de criterio más allá de los intereses particulares de la industria del envasado, existe una probabilidad de que la mitad se recupere y se pueda destinar a reciclaje.
Si quieres conocer un poco mejor el proceso, te dejo enlaces a algunos ejemplos de los que ya hemos hablado en el blog, como:
- qué pasa cuando tiras unos zapatos viejos al contenedor
- dónde tirar una percha rota
- cómo se recuperan los envases de vidrio
- qué hacer con los juguetes viejos.
Para localizar el lugar donde se han tomado las fotos que ilustran este artículo y echar un vistazo aéreo a Valdemingomez puedes seguir este enlace a Google Maps.
Si tienes media hora para verlo, un reportaje interesante sobre la gestión de residuos y las instalaciones de Valdemingomez (que han cambiado algo desde que se rodó) es “El viaje de la basura”, del programa El Escarabajo Verde.
PD: Si pensabas que la calidad de las imágenes no es muy buena, te dejo una última foto, tomada con flash, que habla de la cantidad de polvo que hay en la instalación:
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