Día: 5 de mayo de 2015

anillamiento científico

Israel, una experiencia más allá del anillamiento científico


Hace unos días que regresé de mi viaje de dos meses en Israel. Un amigo me hizo una oferta que no pude rechazar: ser anilladora en una de las estaciones más importantes del mundo, con días de hasta 400-500 aves marcadas en una sola mañana: La IBRCE (International Birding & Research Center in Eilat).



Los comienzos fueron difíciles, primero estaba mi miedo a ir a Israel, país del que nuestros medios de comunicación siempre están diciendo lo peligroso e inseguro que es. La ciudad en la que estuve, Eilat, es incluso más segura que muchas ciudades de España. El índice de criminalidad es casi inexistente, siempre me sentí a gusto, la gente más agradable, servicial y sociable no pudo ser, y con respecto a las fronteras con Egipto y Jordania... si quieres ir por la noche con un foco a buscar chotacabras, te recomiendo que vayas con un autóctono. La armada no tardará mucho en ir a ver qué estás haciendo, pero no hay mayor problema. 

En mi viaje de ida tuve mala suerte: una intensa nevada en Estambul provocó que se cancelaran mis vuelos de enlace. Tuve que hacer noche en Madrid y noche en Estambul. Un viaje de un día se alargó a tres. Turquía fue una locura. Los trabajadores de la compañía aérea Pegasus no sabían mucho inglés y fue muy difícil solucionar mi problema con los billetes. Me tuve que desenvolver entre cientos de personas mucho más enfadadas que yo que no paraban de gritar para lograr llegar al hotel y conseguir nuevos billetes. Pero dentro de toda esta Turkish madness siempre encontré viajeros que me ayudaron, especialmente con el inglés-turco. El hotel fue increíble, con una cena de lujo, pude descansar y ducharme. Aunque no pude salir, me retuvieron el pasaporte y me estuvieron llamando a la habitación para comprobar que estaba en ella. Sigo sin entender muy bien el por qué. A la mañana siguiente, el servicio de taxi del hotel me regresó al aeropuerto. Perdí el dinero de mi vuelo entre Tel Aviv y Eilat, y mi seguro de viaje sigue dándome largas... tuve que hacer noche en el aeropuerto de Tel Aviv hasta que pude comprar otro billete. 

En Israel, la seguridad en los aeropuertos es extrema, especialmente en los vuelos intranacionales. Así que, si visitas este país, prepárate para que te hagan preguntas personales y te registren todas tus pertenencias. Allí es normal. Antes de ir, pude leer que el aeropuerto de Tel Aviv es el más seguro del mundo. Ahora confirmo que tal honor es totalmente merecido. Ni siquiera me tuve que preocupar de encontrar las lanzaderas o las puertas de embarque, El mismo personal del aeropuerto, si te veía un poco perdido, ya estaba ahí para preguntarte y guiarte. Nada salía de su control. Yo tuve algunos problemas más de lo normal debido a mi segundo nombre, Azahara, de origen árabe. Ya por ello era sospechosa de terrorismo (¡qué cosas!) Así que para mí el interrogatorio fue más intenso. No hay que perder la calma, para todos los extranjeros el protocolo es el mismo. Y por cierto,... si piensas ir a Israel y tienes una barba frondosa, te recomiendo que te afeites antes. Por lo visto los terroristas son muy de barbas según la seguridad israelí...

Una vez que demostré que no era una terrorista, llegué a mi destino. Mi siguiente problema fue el comenzar a hablar inglés, a entender y hacerme entender. Seguramente Shakespeare se revolvió en su tumba más de una vez con lo que hice allí con la gramática inglesa... pero a la tercera semana comencé a comunicarme mejor y a aprender cada día. Eso unido a que ya también me estaba habituando a las diferencias culturales, empecé a sentir la estación como mía. Me divertía que la gente creyera por mi aspecto que yo era israelí. Las especies que no conocía, cada día me eran más familiares, disfrutaba con cada sorpresa, era capaz de ser rápida, muy rápida anillando, cualidad muy valorada allí. En cada ronda había muchos pájaros, y solamente tenías media hora entre rondas para tomar todos los datos.

Una de las preguntas más recurrentes que me hicieron era qué especies quería ver allí. Lo habitual de los pajareros que visitan Israel es traer ya una idea previa de las aves que quieran tachar de su lista... yo no sabía qué contestar a esa pregunta. Siempre bromeaba diciendo que a mí lo que me gustaba era anillar "Spanish sparrows".

Yo sólo quería anillar, trabajar en la estación, y sí, trabajé mucho: desde las cinco de la mañana abríamos las redes, currábamos anillando toda la mañana, después había que pasar los datos al excel, hacer el monitoring y anillar por la noche, ya sean golondrinas o larolimícolas. El poco tiempo que me quedaba lo usaba para comer, mantener todo limpio y ordenado, y cuando se podía, dormir un poco. Había días que no tenía tiempo ni para ducharme. Pero mientras a las aves no les importara, a mí tampoco.

Aunque sí tuve algún que otro día libre para visitar el Mar Muerto, ver el desierto y los corales del Mar Rojo y cenar en la ciudad. También me invitaron a twitchear alguna que otra vez, aunque a mí este tipo de pajareo no me terminaba de convencer del todo. El trabajo diario en la estación y la expectación de qué sorpresas te traerá la migración ese día es lo que realmente amaba.

Además, tuve unos grandes compañeros. Adoré la disciplina y las ganas de aprender de las chicas y chicos israelíes que ayudaban voluntariamente. Algo que ahora echo mucho de menos. Mi compañero anillador, y head ringer en la estación fue Euan Ferguson, un escocés que, a pesar de solamente tener 23 años, ya tenía más de 8 años de experiencia en el anillamiento, especialmente con larolimícolas. ¡Qué envidia haber empezado tan joven! Aunque él me decía que no tenía por qué envidiarle ya que yo, con solamente dos años en formación y uno como anilladora era una buena anilladora. Me queda tanto por aprender, pero el haberme comparado con él y otros anilladores extranjeros que conocí me ha hecho reforzar la decisión profesional que he tomado a pesar de las dificultades. He podido valorar cuáles son mis fuertes y cómo trabajar mis debilidades.

Cuando las fuerzas me fallaban, siempre me recordaba que ya descansaré cuando me muera. Una experiencia que, en mi caso, me ha marcado un antes y un después. Ahora sé que con mi trabajo y fuerza de voluntad, pase lo que pase, siempre podré volver a empezar. Que jamás debo perder el rumbo.

Poco a poco quiero ir contando detalles y compartiendo fotos. Agradeciendo muchas cosas a muchas personas. Pero no esperes las típicas entradas de turismo ornitológico en Israel, para mí fue mucho más que... Only Birds!.



PD: En la foto aparece un ejemplar de Arabian Babbler (Turdoides squamiceps), especie residente.