Al contenedor amarillo lo que quiera ecoembes.

Publicado en: productor de sostenibilidad por alvizlo. Texto original

Cubo de la basura

¿Qué residuos se tiran al contenedor amarillo? Los datos sobre residuos municipales de Eurostat siguen dejando reacciones sobre cómo tenemos que separar la basura. Entre tribunas y artículos sobre lo malo que es Eurostat encontramos otro nuevo intento para convencernos de que, después de 17 años de bombardeo publicitario, la culpa de los tristes datos de gestión de residuos son de los ciudadanos que no separan bien los residuos para su reciclaje.

La guía de Ochenta dudas ante el contenedor amarillo me parece una interesante propuesta en positivo salvo por unos pequeños matices:

  • Es la excusa para viralizar un gráfico interactivo que pone de manifiesto (véanse los comentarios al mismo) la distancia que hay entre el discurso de ecoembes y los problemas del ciudadano a la hora de tirar la basura.
  • Como veremos más adelante, varias de las categorías no admiten una respuesta tan fácil o simple como la que se nos propone en la lista.
  • Me empieza a preocupar seriamente la relación prensa – poder económico – poder político.

En relación al primer apartado cabe destacar que en España no tenemos un sistema homogéneo de recogida de residuos domésticos, por lo que las generalizaciones patrocinadas por ecoembes no valen para todos. Y, desde mi punto de vista personal e intransferible, creo que están en ese punto en el que sirven más para desmotivar y frustrar al ciudadano medio que para mejorar la participación en la recogida selectiva.

Pero vamos con la duda ¿qué va al contenedor amarillo?

La respuesta es sencilla y fácil: todo lo que esté marcado con el punto verde que sea de un material distinto a vidrio, papel o cartón. Si es papel, cartón o vidrio irá al contenedor respectivo (de papel y cartón o vidrio) y si no tiene el punto verde va a otra parte. Normalmente el contenedor de “restos”, salvo que dispongamos de un sistema de recogida de materia orgánica, un punto limpio u otra particularidad que nuestro municipio -competente y responsable de recoger nuestra basura- decidiese poner en marcha.

Punto Verde

Así de simple y así de claro: si estamos ante un envase que ha pagado al sistema integrado de gestión (ecoembes) va al contenedor amarillo. El problema es que, después de 17 años de campañas publicitarias sigue siendo políticamente incorrecto decirlo así de claro. Por tres motivos:

  • Quién más, quién menos, asocia el contenedor amarillo a las latas y los plásticos. Así que, en el mejor de los casos, el ciudadano medio depositará todo lo que sea plástico o metal en el amarillo. Y, a pesar de que como profesor no puedo aprobar esta conducta y como profesional tengo que prevenir sobre las implicaciones de la misma, como ciudadano me parece un criterio muy acertado. Especialmente desde que la Unión Europea nos exige separar los residuos urbanos por tipos de materiales.
  • Muchos ciudadanos perciben el acto de separar la basura como un coste añadido a las tasas municipales e impuestos varios que pagan para recibir servicios públicos como la recogida de residuos. Si a eso añadimos que cada vez que compran un envase también están pagando la cantidad que en concepto de contribución a ecoembes (punto verde)… se nos cae el argumento de organización sin ánimo de lucro y el discurso “buenrollista” con el que la organización se promociona. ¿Se imaginan la reacción del personal si saliese el futbolista de turno explicando que tienes que tirar al amarillo sólo los envases que han pagado el impuesto revolucionario de ecoembes? Pregunten al vecino o naveguen por los foros de la red… la respuesta suele ser algo del estilo de: “si ya lo pago que lo separe otro”, “no separo para que se creen más puestos de empleo”,…
  • Va siendo hora de cambiar el modelo de gestión de residuos, no sólo porque nos lo exige la Unión Europea, también porque 17 años de campañas publicitarias, patrocinio al periodismo ambiental y compra de voluntades se han mostrado insuficientes para mejorar los datos y conseguir avanzar en un modelo más sostenible de recogida, tratamiento y valorización nuestra basura doméstica.

¿Por qué no separamos por materiales?

Para mí esa es la pregunta clave. Si bien es cierto que en nuestros hogares existe una amplia diversidad de plásticos, la tecnología actual permite separarlos en procesos mecanizados con resultados similares o mejores a los que alcanzamos en las plantas de clasificación de envases actuales.

¿Qué hay de malo en tirar un juguete del mismo plástico que un envase en el contenedor amarillo?  Nada. Quizá podríamos hablar del tamaño, pero desde que entra al contenedor amarillo hasta que llega a la cinta de clasificación un residuo pasa por varios procesos que acaban por fragmentarlo en sus partes. Si no fuese así tampoco sería inviable incorporar un proceso de trituración destinado a homogeneizar el tamaño de los materiales que vamos a clasificar.

Eso sí, resultaría importante recoger materiales (plásticos y metálicos) limpios. Es decir, necesitaríamos destinar el contenedor amarillo a recoger todo lo que fuese plástico y metal, pero únicamente plástico y metal. ¿Sería tan difícil? No a la vista de las encuestas que dicen que es lo que hace la mayor parte de la gente que participa en el sistema de recogida selectiva.

¿Todo lo que tiro al amarillo se recicla?

El problema real es que tanto bajo el sistema actual (tirar en el amarillo sólo lo que quiere ecoembes que tiremos en él), como si destinamos el amarillo a objetos de plástico y metal, no conseguiríamos recuperar el 100% de los residuos depositados.

Independientemente de que siempre se tirará algo que no deba ir allí, pensemos en la lista de las 80 dudas ante el contenedor amarillo. Hay muchos envases (por ejemplo los envoltorios pequeños de caramelos, chicles, bombones) que difícilmente pueden ser recuperados en un sistema diseñado para rescatar metales y plásticos de cierto tamaño. Y otros, como envases impregnados de restos (botes de plástico de kétchup, mostaza y mahonesa), menos atractivos para el reciclaje que una botella que hubiese contenido un líquido o un trozo del juguete que ilustra este párrafo, en los que el plástico está limpio de restos orgánicos.

Logotipo ldpe en juguete

El caso es que los imanes no distinguen si el metal viene de una lata o el perfil de una ventana o un triciclo, por lo que no parece muy justo que estemos sacrificando la posibilidad de aumentar la recuperación de materiales, frente a la certeza de que es poco probable que consigamos mejoras significativas con el uso actual del contenedor amarillo.

Dudas sobre envases que no son tan sencillas ni fáciles de resolver.

Dice el listado de dudas que las macetas de plástico no van al contenedor amarillo, que habría que tirarlas al gris (donde sea de este color) o llevarlas a un punto limpio (donde exista esta posibilidad y el balance del ciudadano medio salga positivo a esta opción frente a otras).

Si me voy a la legislación aplicable a los envases y residuos de envases, en el Anexo 1 del Real Decreto 782/1998, de 30 de abril, por el que se aprueba el Reglamento para el desarrollo y ejecución de la Ley 11/1997, de 24 de abril, de Envases y Residuos de Envases encuentro la lista de ejemplos ilustrativos de la interpretación de la definición de envase. Entre otros muchos aparece:

Macetas destinadas a utilizarse únicamente para la venta y el transporte de plantas y no para que la planta permanezca en ellas durante su vida.

Luego, si el contenedor amarillo es para envases y mi maceta de plástico es aquella con la que vino la planta de la tienda o el vivero, sí debería tirarla al contenedor amarillo. Es el mismo ejemplo de la percha rota sobre el que ya hablamos en este blog.

O de las cápsulas “de café”. Este ejemplo es, para mí, el más pernicioso. Ya que la legislación dice que:

  • Son envases: cápsulas para máquinas de bebidas (por ejemplo, café, cacao, leche), que quedan vacías después de su uso.
  • No son envases: cápsulas de café, bolsas de papel de aluminio para café y monodosis de café en papel filtro para máquinas de bebidas, que se eliminan con el café usado.

Es decir, la misma cosa, si es atractiva para recuperar y reciclar porque va “bien limpita” sí es un envase: leche en polvo que se disuelve y sale de la cápsula a la taza. Pero cuando tiene restos que implican la manipulación de ese objeto para separar los materiales orgánicos de la cápsula (posos de un café que no sea soluble y queden en el plástico), el fabricante está libre de las obligaciones relacionadas con la gestión de envases… de traca. El caso es que hay modelos de cápsulas de café (y si lo extendemos a cápsulas de máquinas de bebidas muchos más) que sí deberíamos depositar en el contenedor amarillo. La respuesta fácil es un no para todas, pero no es la más “eco responsable“.

Creo que con estos ejemplos es suficiente para ilustrar que la lista de dudas no se corresponde con la legislación aplicable a los residuos de envases, o, al menos, sigue dejando algunas cuestiones que requieren de una aproximación un poco más compleja. Especialmente si tienes que explicar una duda concreta o tienes que pararte a mirar si el tapón de la botella es de corcho natural, un conglomerado de corcho prensado, plástico que imita corcho natural o qué se yo.

El problema es que cuando te pones a hacer educación o sensibilización ambiental tienes que tomar decisiones sobre la marcha (salvo que el patrocinador te las dé tomadas y no te deje utilizar tu criterio técnico o docente). Y responder “porque sí” no suele ser lo más adecuado con desempleados en un programa de formación para el empleo, trabajadores escépticos que asisten obligados a una charla de medio ambiente, o chavales de ocho años. Por el contrario, es relativamente fácil de explicar -los últimos lo están viendo en su programa educativo formal- la diferencia entre lo que es orgánico y lo que no. Mientras que tratar de enumerar la lista de cosas de plástico van o no van al amarillo no hace más que generar confusión y dudas:

  • Entonces ¿por qué el cepillo de dientes, que es de plástico y no es tan grande como para atascarse no puede ir al contenedor amarillo?
  • Por que lo dice en este bonito imán que te voy a regalar para la nevera y punto.

Lo cierto es que, junto otras muchas cosas que actualmente no se recuperan en las plantas de clasificación de envases, el cepillo de dientes podría engrosar la partida de plástico mezclado que utilizamos para hacer bolardos para nuestras calles o que se emplea en determinadas piezas de automoción.

Si estamos preparando ciudadanos responsables tenemos que ser conscientes de que nos movemos en el largo plazo y el interés general. Hablar de residuos implica ser conscientes de un marco europeo que nos obliga a separar por materiales desde este 2015 y de una realidad técnica que no se corresponde con el interés de los envasadores. No podemos seguir formando con un modelo que sí o sí está obligado a cambiar. ¿Se imaginan que el profesor de conocimiento del medio repartiese en clase pegatinas con mensaje creacionista y no explicase en clase la evolución de las especies? Algo así pasa cuando usurpamos tiempo lectivo para dedicarlo a difundir un mensaje dirigido por un interés privado y no hay medios ni recursos para plantear otras opciones. Y si el presupuesto público da para regalar camisetas con el logotipo de la organización que niega los datos de Eurostat pero no para explicar las directivas europeas a las que responden esas estadísticas… la cosa empieza a ser preocupante.

¿Podemos separar mejor para reciclar más? Seguro que sí, pero conseguirlo pasa por que establezcamos un modelo adaptado al eslabón más débil de la cadena, no a la medida del poder más fuerte. Si los ciudadanos españoles están dispuestos a separar (y separan) sus basuras por tipos de materiales, adaptemos la recogida, clasificación y tratamiento de residuos domésticos a ese modelo. No hay nada de malo en ello. Salvo que quizá ecoembes perdería su situación de poder.

Año electoral y modelo de gestión de residuos

¿Por qué últimamente recibimos tanto bombardeo sobre lo bien que lo está haciendo ecoembes? Estamos en año electoral. No sé si han estado pendientes de los casos de corrupción y las puertas giratorias, pero el ámbito de la gestión de residuos se lleva la palma. Quizá no sea tan sangrante como lo del sector eléctrico pero anda cerca.

eche su politico aqui

Desde los contratos de grandes empresas que operan las plantas de clasificación o recogen la basura, a las dotaciones presupuestarias municipales a cuenta de los residuos de envases… la cantidad de dinero que se mueve en el sector hace que existan intereses perversos para mantener un modelo obsoleto, caduco e ineficiente.

Es una lástima que no podamos encontrar mucha información en los programas políticos, o al menos no con el suficiente grado de detalle, que nos permita saber si las distintas opciones por las que podremos votar en breve van a poner en marcha medidas adecuadas para cumplir con las responsabilidades y objetivos que nos exige la Unión Europea. O si los partidos prefieren gastarse el dinero de la gestión de los residuos urbanos en mantener a sus amigos calentando sillas, además del coste que van a suponer sanciones por incumplimiento de los compromisos europeos.

El caso es que los 400 millones anuales que maneja ecoembes están en el centro de esos intereses: Son los que patrocinan medios de comunicación que favorecen unas u otras opciones políticas, los que permiten disponer de más o menos puestos de trabajo elegidos a dedo en todo tipo de entidades (desde ayuntamientos a contratas de recogida de basuras o asociaciones sin ánimo de lucro con actividad en información y comunicación ambiental).

Así pues, me quedo con los datos de Eurostat, con los del Instituto Nacional de Estadística y con los de la Administración. Me quedo con la legislación europea, en la que -por supuesto- también influyen poderosamente los intereses de la industria de envases.

Basta salir a la calle para ver que la realidad es muy distinta de lo que nos intentan hacer creer con un presupuesto anual en comunicación y relaciones públicas que daría para adaptar progresivamente las instalaciones de tratamiento y gestión de residuos a la forma en la que los ciudadanos tiramos la basura, mejorando sensiblemente los datos de reciclaje de residuos, también de residuos de envases.

Y tú, ¿qué tiras al contenedor amarillo?

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