La protección de las montañas españolas: definición y cartografía

Publicado en: manuelmedioambiente por Manuel Oñorbe. Texto original

Las montañas albergan un rico patrimonio natural y cultural proporcionando diversos servicios ambientales a la sociedad, y una gran riqueza de paisajes, pueblos y culturas.

En el año 2003, el Ministerio de Medio Ambiente presentaba un borrador de la llamada “Carta Española de las Montañas” donde se planteaban una serie de recomendaciones para el diseño de políticas que promovieran la gestión sostenible de estos territorios y la preservación de sus valores. A pesar de su impulso inicial, 11 años y varios gobiernos después, este documento todavía no ha sido aprobado e impulsado decididamente por el Gobierno de España. El reconocimiento institucional de las funciones que albergan las áreas de montaña constituye un paso previo fundamental para la protección de estas zonas por su importancia para el bienestar humano, y debería afrontarse lo antes posible.

Cuando hablamos de la preservación de las montañas, en primer lugar, sería necesario encontrar una definición de “área de montaña” con la finalidad de acotar unos límites básicos entorno a los cuales diseñar esta protección.

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La Ley del Patrimonio Natural y de la Biodiversidad (LPNB) reconocía su importancia como corredores ecológicos a través del “Artículo 20. Corredores ecológicos y áreas de montaña” e incorporaba una definición: “Territorios continuos y extensos, con altimetría elevada y sostenida respecto a los territorios circundantes, cuyas características físicas causan la aparición de gradientes ecológicos que condicionan la organización de los ecosistemas y afectan a los seres vivos y a las sociedades humanas que en ellas se desarrollan”. Se trata de un hecho de gran relevancia pues por primera vez se incorpora al ordenamiento jurídico español un apartado específico sobre un sistema ecológico.

Tomando como base esta definición cabría preguntarse cuál es la superficie de protección efectiva de las montañas españolas. Para ello en primer lugar se hace necesario delimitar cartográficamente las zonas de montaña. Como caso de estudio, a continuación se plantea el ejemplo de la Comunidad Autónoma de Madrid.

Existen muy pocos trabajos que hayan abordado de forma precisa la cartografía de los sistemas de montaña europeos y españoles. Ello se debe en buena medida a que no hay un consenso que permita establecer cuáles son los límites de las montañas.
Los mayores avances se han producido a nivel europeo, en el ámbito de las políticas de desarrollo rural con la finalidad de aplicar medidas de compensación a las llamadas zonas desfavorecidas de montaña. No obstante, estas delimitaciones se han basado en criterios netamente agrícolas sin tener en cuenta cuestiones ecológicas.

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Entre los trabajos cartográficos más representativos, la Unión Europea impulsó en el año 2008 el proyecto: “Evaluación integral de las áreas de montaña en Europa”, entre cuyos resultados se incluyó una definición concisa de las áreas de montaña europeas en base a criterios topográficos. En España, el Ministerio de Medio de Medio Ambiente desarrolló en el año 2006 el estudio: “Fundamentos para la definición de zonas de montaña en España”, con la finalidad de evaluar las posibles indemnizaciones compensatorias a los municipios situados en zonas de montaña. No obstante, en ninguno de los dos casos existe cartografía disponible.

Con el fin de delimitar las áreas de montaña de la Comunidad de Madrid y ante la ausencia de una cartografía de montaña, se ha procedido a utilizar una simplificación del modelo UNEP-WCMC (Programa de Medio Ambiente de Naciones Unidas), que establece como áreas de montaña aquellas zonas situadas a partir 1000 m.s.n.m y con pendiente mayor de 5º (para altitudes inferiores se utiliza un criterio adicional basado en el desnivel local). Se trata de un modelo para la definición de montañas ampliamente aceptado por la comunidad científica. Sobre éstas áreas de montaña se superpusieron las figuras de protección presentes en el territorio madrileño a nivel autonómico (Espacios Naturales Protegidos, Montes de Utilidad Pública y Catálogo de embalses y zonas húmedas), nacional (Parque Nacional), europeo (Red Natura 2000) y mundial (Humedales Ramsar, Reservas de la Biosfera).

Áreas de montaña (según UNEP) y áreas protegidas de Madrid

Áreas de montaña (según modelo UNEP-WCMS) y áreas protegidas de Madrid

En base a estos criterios, en las figuras siguientes se muestran las zonas de montaña de la Comunidad de Madrid que se encuentra más desprotegidas. Destacar por su especial relevancia en sentido Suroeste-Noreste los siguientes enclaves: La Cepeda; Las Machotas; Vertiente Norte del Pico Abantos y su entorno; Cerro de San Pedro; Sierra de la Cabrera; Sierras del Mondalindo; Cotas medias de Somosierra; y Cerros de Patones de Arriba.

áreas de montaña sin protección en la Comunidad de Madrid

Áreas de montaña sin protección en la Comunidad de Madrid

 

Tras este análisis podríamos concluir que la delimitación cartográfica de las montañas españolas permitiría centrar esfuerzos de estudio y protección sobre aquellas zonas todavía desprotegidas. Asimismo, se podrían establecer corredores ecológicos entre espacios naturales contiguos, tal y como establece el artículo 20 de la LPNB. En los casos en los que la desprotección estuviera justificada podrían centralizarse las políticas de uso público en concentrar el mayor volumen de visitantes en áreas de montaña de baja calidad ecológica y por tanto sin ningún tipo de protección.

En el caso particular de la Comunidad de Madrid sorprende que enclaves tan interesantes como el Cerro de San Pedro, Las Machotas, la Sierra de la Cabrera o las Sierras del Mondalindo no ostenten protección de ningún tipo. A este respecto, ya Eduardo Martínez de Pisón planteaba en su propuesta de Plan de Ordenación para la Sierra de Guadarrama la necesidad de formalizar un nuevo Parque Regional denominado “del Alto Lozoya” adosado al Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama que incluyera buena parte de las zonas sin protección de las figuras presentadas.

- Por Manuel Oñorbe-


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