Las renovables se mueren en España

Publicado en: Pensando el territorio por Pensando el territorio (online). Texto original

Parece que las energías renovables en España tienen los días contados. Eso es lo que se desprende del último informe elaborado porBloomberg New Energy Finance (BNEF), la mayor consultora de energías renovables del mundo, cuyos resultados son abrumadores.

Sólo en el primer trimestre de 2013 la inversión en energías renovables en nuestro país ha caído un 96%. Este dato supone que, tras disminuir un 70% en 2012, las energías limpias ya han tocado fondo. En términos económicos, esto se traduce en un desplome de más de 19.000 millones de euros en menos de 5 años, hasta llegar a los 30 millones de 2013, lo cual relega a España fuera del top ten del ranking de inversiones, un ranking que llegó a encabezar en 2008.

Aparte del omnipresente argumento de la crisis económica, que ha propiciado un indiscutible descenso de la demanda, las empresas del sector achacan esta debacle, sobre todo, a las medidas adoptadas por el actual gobierno que han llevado a determinadas asociaciones como la APPA(Asociación de Productores de Energías Renovables) a denunciar el retroceso en la política energética de las renovables españolas ante la Comisión Europea. Ésta, a su vez, ha mostrado su preocupación por el impacto económico que puede suponer el desmantelamiento de las renovables en nuestra sociedad.

Concretamente, el enfado de la mayoría de productores de estas energías comenzó cuando el Partido Popular, nada más entrar en el gobierno -en enero de 2012-, erradicó las subvenciones a la implantación de nuevas instalaciones de energías renovables, considerando a éstas como las culpables del aumento del déficit tarifario, aunque según la Comisión Nacional de Energía (CNE) más del 76% del generado entre enero y noviembre de 2012 no guarda relación con las primas concedidas a las energías renovables.

A ello, hay que sumar la entrada en vigor de la Ley de Medidas Fiscales para la Sostenibilidad Energética, un año después -en enero de 2013-, la cual incluye la conocida como Tasa Soria que grava el 7% de cada kilovatio generado. Esta tasa es considerada por el sector de las renovables como extremadamente injusta ya que las industrias de energías contaminantes, como el petróleo, pueden incorporar ese 7% del impuesto al precio final del consumidor, mientras que las energías limpias no pueden hacer eso ya que tienen un precio fijo. Esta situación es de tal envergadura que muchos de los gigantes del sector se han visto arrastrados a un bucle de pérdidas millonarias, con los consiguientes despidos de trabajadores, que parece no tener fin. Es el caso de Gamesa -uno de los fabricantes que lideran la producción mundial de aerogeneradores-, que en 2012 anunció pérdidas por valor de 659 millones de euros; Acciona Energía, por su parte, se está planteando un ERE de 175 despidos y 266 suspensiones temporales de empleo, mientras que Isofotón ya lo ha llevado a cabo firmando el despido de 365 trabajadores de su factoría malagueña.

Un Gobierno miope

Si algo tiene España es sol, viento y mar. Tiene la tecnología necesaria para explotar coherentemente estos recursos. Tiene las empresas. Tiene la mano de obra. Pero lo que no tiene es la voluntad política.

Resulta ciertamente desconcertante el empeño del Gobierno en no apoyar una industria que hemos liderado a nivel mundial. En 2010, el sector de las renovables daba trabajo en España a un total de 115.722 personas entre empleos directos e indirectos,  previéndose que en 2015 generara  82.589 empleos más, y 128.373 en 2020, según datos de IDAE (Instituto para la Diversificación y el Ahorro de Energía). Estas previsiones, lógicamente ya no se van a cumplir…

Con todo, se trata de un sector cuyo ciclo de valor podría estar cerrado por completo en nuestro país. Es decir, tanto la fabricación y distribución de equipos, el desarrollo de proyectos, como la construcción e instalación y el funcionamiento y mantenimiento podrían perfectamente llevarse a cabo en España, con todos los beneficios que ello conllevaría.

Es, por tanto, tremendamente miope dar la espalda a un sector con futuro como es el de las renovables por apoyar a otro con los días contados, como es el de los combustibles fósiles, con la excusa de reducir nuestra dependencia energética, cuando lo único que hace esta política es prolongarla y agudizarla a la larga.

Mientras nuestros gobernantes siguen empecinados en hacer prospecciones en Canarias en busca de petróleo y dejar la Península como un queso gruyer con el famoso ‘fracking’, otros países como China y Alemania lideran la inversión en renovables.  Especialmente esperpéntico es el caso alemán, que hasta en producción de energía solar nos ganan -son líderes mundiales en producción fotovoltaica-, teniendo incluso las dos mayores centrales de energía solar del mundo, la de Baviera -Bavaria Solarpark- y la de Leipzig. Y nosotros, con 300 días de sol en algunos puntos de España, a dos velas…

Según el Flash Eurobarometer 360 de la Comisión Europea, el 81% de los españoles consideran que las energías renovables constituyen la opción energética a potenciar en la actualidad. Por tanto, y aunque el gobierno no lo quiera, la industria de las energías renovables se plantea como un salida potencial del atolladero en el que nos encontramos en la actualidad, aunque parece que hasta que no se agote la última gota de petróleo no se apostará por ellas, y entonces quizás ya sea demasiado tarde.

 

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