La selva de Cádiz: flora relicta en los Canutos

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En el interior montañoso de Andalucía, en las provincias de Cádiz y Málaga, se ubican los denominados “canutos”, es decir, valles o barrancos tremendamente angostos que albergan una flora relicta de tiempo precuaternarios.

Como bien es sabido, gran parte de Europa estuvo sometida a unas condiciones climáticas tropicales o subtropicales -altas temperaturas y humedad constante-, hasta la llegada del Terciario superior, hace unos 25 millones de años, momento en el cual se produce un enfriamiento progresivo y una desecación del Mediterráneo, situación que es aprovechada por la vegetación artoterciaria -base de la flora actual- para desplazar los taxones intrísecamente tropicales. Fueron pues, estas condiciones adversas finiterciarias (glaciaciones, aridez tardimiocena, etc) las que provocaron un éxodo de las especies (sub)tropicales hacia latitudes más bajas donde poder refugiarse y asegurar su supervivencia.

Desde ese momento, a mediados del Terciario, el régimen de lluvias varía, aparecen veranos secos y calurosos, y por tanto puede decirse que aparece el clima mediterráneo.

Formación nubosa en el Risco Blanco, Parque de los Alcornocales. Fuente: Antonio Romero

Algunos de los lugares donde pudo refugiarse aquella flora de condiciones lauroideas fueron los valles más estrechos y angostos de sierras como la del Niño, la Sierra Sequilla, la Sierra del Aljibe, la Sierra de los Melones y la de la Luna, todas ellas insertas dentro del Parque Natural de los Alcornocales.

Las condiciones climáticas que encontramos en la actualidad en este Parque Natural se ajustan a los parámetros de mediterraneidad, es decir, máximos de lluvia durante el invierno y al menos 2 meses de aridez durante del verano, aunque la proximidad a la línea de costa hace que las heladas desaparezcan y que se reduzca sobremanera la amplitud térmica.

Acorde con el índice de continentalidad de Rivas Martínez et al (1990a), dentro del Parque Natural de los Alcornocales, únicamente se distinguen los climas oceánicos y semioceánicos. A esta humedad atmosférica hay que sumar las elevadas precipitaciones que se registran en este sector, entre 800 y 1400 mm,  debido a la configuración orográfica de las sierras mencionadas y su apertura hacia el Golfo de Cádiz, permitiendo el paso de los vientos húmedos de poniente. Las masas de aire húmedo atlántico  ascienden por las laderas enfriándose después por expansión, y aumentando la humedad relativa del aire hasta saturarlo y condensarlo con formaciones nubosas de tipo cumuliforme, dando lugar a bosques de nieblas.

Lo que diferencia al Parque de los Alcornocales pues, de un bosque tropical es la xericidad o ausencia  de precipitaciones durante el estío,  aunque ésta puede verse amortiguada por la formación de nieblas causadas por el viento de Levante, originado en la baja térmica sahariana con un componente muy seco pero con un elevado poder de condensación del agua marina.

Por tanto, si bien ya existen unas condiciones húmedas durante casi todo el año, en la práctica totalidad del parque, en los canutos estas condiciones se acentúan aún más debido a su componente orográfico de encajamiento fluvial, situados siempre a menos de 300 metros de altitud.

Canuto del Parque de los Alcornocales. Fuente: Antonio Romero

Es en estos canutos donde se localiza una vegetación que nos traslada en tiempo y espacio a otros lugares tales como la laurisilva macaronésica o las formaciones subtropicales de la era cenozoica.  Esta flora se caracteriza por la morfología de sus hojas, grandes y lisas, recubiertas de productos céreos que le otorgan un tono brillante, y que aprovecha las condiciones umbrófilas y de humedad ya comentadas. Los principales taxones que se pueden encontrar en estos valles tan angostos son el madroño (Arbutus unedo), ojaranzo (Rhododendron ponticum subsp baeticum), avellanillo (Frangula alnus subsp baetica) laureles como Laurus nobilis y Prunus lusitanica, durillo (Viburnum tinus),  sauce (Salix pedicellata), aliso (Alnus glutinosa), parra silvestre (Vitis vinifera), hiedra  (Hedera helix),etc. Es frecuente también encontrar laureles mezclados con otras especies compatibles con sus mismos biotopos tales como Quercus suberQuercus ilex, Fraxinus angustifolia, etc.

Hay que destacar la enorme presencia de pteridófitos (helechos) tanto en los canutos como en la mayoría del parque, existiendo nueve especies relictas y endémicas de esta zona como Christella dentata, Culcita macrocarpa, Pteris incompleta y Diplazium caudatum, entre otros. Esta presencia tan especial y numerosa de pteridófitos en estas sierras y valles responde a la evolución florística europea ya mencionada, quedando como únicos testigos de aquellos helechos carboníferos de hasta 20 metros de altura.

Los canutos de Cádiz se erigen, por tanto, como verdaderas joyas geobotánicas que han de ser conservadas por encima de toda presión humana. Resulta fascinante adentrarse en este Parque Natural y caminar primeramente entre sus alcornoques y quejigos andaluces, para después sumergirse en el territorio de estos testigos vivos de la fascinante historia de la flora ibérica, que son los canutos. Una flora y unos valles que transmiten unas sensaciones especiales al pasear entre su espesura, como quien habla con un anciano y se enriquece de sus vivencias.

Bibliografía:

Los bosques ibéricos.Una interpretación geobotánica. Planeta. 2005.

Revista Waste Magazine.

Datos sobre la flora del Parque Natural de los Alcornocales. Acta Botánica Malacitana. 1999

www.juntadeandalucia.es

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