Publicado en: rioMoros por Jesús Pérez. Texto original
El reto de la energía es, posiblemente, el mayor al que se enfrenta la civilización moderna. La luz artificial, que permite trabajar o divertirse sin depender de la luz solar, los ordenadores, omnipresentes en todos los ámbitos de la sociedad, o la climatización de viviendas y entornos laborales, que permite ir en manga corta en invierno y resfriarse en verano, requieren una gran cantidad de recursos e ingenio. Pese a lo que pueda parecer cuando con un gesto tan simple como pulsar un interruptor se ilumina toda una habitación, la energía es un recurso escaso y puede serlo aún más.
Aunque haya quien deposite sus esperanzas en panaceas como la fusión nuclear, las posibilidades de lograr un futuro sostenible requerirá la suma de muchos progresos limitados. La vivienda es uno de los espacios en los que se ha de producir ese progreso y en España hay ejemplos de esfuerzos tecnológicos y arquitectónicos para realizarlos. En Valencia, el proyecto SML system de la Universidad CEU Cardenal Herrera, es una muestra de lo que se está haciendo para lograr casas que no solo consumen poca energía, sino que son capaces de crear excedentes después de cubrir las necesidades de sus habitantes.
Esta vivienda, que ha recibido reconocimientos como el premio a la innovación de Sacyr, que busca candidatos para su cuarta edición, o el séptimo puesto en la competición Solar Decathlon Europe del año pasado, es capaz de producir cuatro veces la demanda de un hogar promedio. Gracias a un sistema de paneles solares que cubren el techo y las fachadas, esta instalación fotovoltaica genera unos 18.700kWh anuales (según estimación realizada en Madrid), cuatro veces más de la demanda estimada para esta casa, de 4.600 kWh. Además, en colaboración con Onyx Solar, una empresa de Ávila, se ha desarrollado un pavimento fotovoltaico sobre el que se puede caminar y que va acumulando durante el día la energía necesaria para iluminar el exterior de la vivienda por la noche.
El excedente de electricidad conseguido se podría verter a la red eléctrica para recuperarlo cuando se necesitase. La casa contaría con un sistema que tomar energía de la red eléctrica en las horas de menos consumo de la población en general y aprovechar la energía acumulada en baterías en las horas punta. Sería incluso posible vender el exceso de energía, aunque, según explica Fernando Sánchez, director de la CEU-UCH y responsable del proyecto, “la normativa que se está poniendo en marcha ahora penaliza estas prácticas y protege a las grandes empresas eléctricas”. “Hacer este tipo de cosas es, de momento, idílico, porque al final estas casas van a estar dentro de un barrio que no es fotovoltaico, y en parte depende, como he dicho, de la normativa, pero todo esto puede evolucionar”, señala.
Además de sistemas para aprovechar la energía solar para producir electricidad con la que iluminar la casa con luces LED muy eficientes y electrodomésticos de bajo consumo, la casa de SML system cuenta con un sistema ACS (Agua Caliente Sanitaria) que permite obtener unos 150 litros de agua caliente diaria, una cantidad que cubriría el 71% de la demanda del hogar, según los cálculos de los responsables del proyecto.
Para consumir menos, también sería esencial la propia edificación. Pensada para países cálidos, como buena parte de España, donde es más importante evitar el calor en verano que el frío en invierno, está diseñada con protecciones que evita que se caliente y sistemas para que la temperatura no se incremente. Un sistema de ventilación basado en la diferencia de temperatura permite que el aire circule de un lado a otro de la casa. En principio, según se explica en el proyecto, el aire frío entraría por las aberturas situadas a ras de suelo, se iría elevando conforme cogiese temperatura dentro de la casa, y acabaría saliendo por el extremos sur de la vivienda a través de aberturas situadas en el techo.
Alguna debilidad
Por último, otro factor importante para favorecer la sostenibilidad son los materiales. En este apartado, la madera fue la elegida porque se trata de un recurso renovable, con muchos valores para la construcción (la relación peso-resistencia, por ejemplo, es muy elevada) y con posibilidades de reciclaje para fabricar otros productos, como el tablero aglomerado, o para utilizarse como fuente de energía.
Entre las debilidades de esta casa y de otros proyectos similares está que no son un sistema viable para sustituir los hogares en los que vive la mayor parte de la gente hoy en día en países como España. “El desarrollo en altura y la posibilidad de introducirlo como bloque de vivienda es complicado y puede ser una de las debilidades del proyecto”, apunta Sánchez. Respecto al precio, para una vivienda pequeña, es elevado. Se ha evaluado en unos 150.000 euros con los mejores materiales y la tecnología más puntera, pero podría construirse, si se buscase un precio más competitivo, por unos 100.000 euros.
No obstante, Sánchez considera que estos proyectos son un primer paso para un mayor cambio posterior. “Antes, como la vivienda nueva costaba tanto dinero, su mantenimiento energético no se tenía en cuenta”, afirma. “Pero vamos a un entorno en el que, aunque solo sea por presión económica, vamos a cambiar el uso de los edificios y la tecnología disponible. Vamos a ver cada vez más buena climatización, buenos materiales o fachadas fotovoltaicas para hacer un uso más eficiente de la energía”, concluye.
Autor: Daniel Mediavilla
Fuente: Materia
Autor: Daniel Mediavilla
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