El Lago de La Baña es un espacio natural protegido de la provincia de León, (Decreto 192/1990, de 11 de octubre. BOCyL 17/10/90).
El lago se encuentra rodeado por una morrena glaciar dónde resaltan las cumbres de Peña Trevinca y Peña Surbia, siendo su fuente uno de los más importantes afluentes del río Sil: el río Cabrera.
Esta zona presenta un interés especial tanto por su vegetación, como faunístia y geomorfológicamente. Se trata de un enclave de la serie supra-mediterránea orensano-sanabriense de abedul ; tejos (Taxus baccata), acebos (Ilex aquifolium) y brezos (Erica australis) entre otros.
Desde el punto de vista faunístico conviene destacar la presencia de especies cinegéticas, lobos (Canis lupus), aguilas reales (Aquila chrysaetos) y debido a la poca contaminación la presencia de trucha común (Salmo trutta) y salamandras (Salamandra salamandra).
A pesar del amplio valor natural de este espacio, en la actualidad está destruido dos terceras partes debido a las explotaciones a cielo abierto y a la eutrofización del lago como consecuencia de la degradación de la vegetación.
A día de hoy, debido a la escasez de lluvias y a lo que el Vicepresidente de la Junta Vecinal del Lago de la Baña ha denominado como «deficiente planificación de la consejería de Medio Ambiente de la Junta de Castilla y León en materia de conservación de la zona», han llevado al lago a una situación límite en la que corre el riesgo de secarse por completo.
Por otro lado científicos de la Universidad de Barcelona y del Instituto de Geociencias (adscrito al CSIC) han solicitado permiso a la Junta para investigar la pérdida de agua que sufre este lago ya que la disminución que ha sufrido en los últimos años no se explica exclusivamente con la meteorología sino más bien por lo que creen que puede ser un fractura en el suelo de pizarra y arcilla impermeable.
Estas grietas en la roca podrían estar relacionadas con la actividad minera como sucedió en el Lago de Ándara, en la vertiente cántabra de Picos de Europa, (año 2011-2012).
Ante esta situación hay que tener en cuenta que la falta de agua implica el crecimiento de algas y la mayor presencia de partículas en suspensión, motivo por el cual las concentraciones de oxígeno disuelto disminuyen generando un gran daño a la fauna de este lago de escasa profundidad.
Este cambio en las condiciones fisico-químicas supone variaciones en las poblaciones de seres vivos que allí se encuentran y en sus interacciones con el medio. Dos ejemplos de esto son el caso de la trucha y el peligro asociado de que especies invasoras como esta (incluida en la lista de las 100 especies exóticas invasoras más dañinas del mundo por la UICN) cambie de hábitat y el caso de los lobos que actualmente en Castilla y León se encuentran ya en suficiente peligro como para que su recursos biológicos se vean mermados.
Veremos que resultados se obtienen si la Junta permite que se estudie la zona, las soluciones que se aportan y que métodos de prevención se desarrollan para evitar que esto vuelva a suceder.