Desarrollo Sustentable, Cambio Climático y mi contribución a tierras Queretanas

Publicado en: Vida Simple y Sustentable por Sofía López Olalde. Texto original


En las últimas semanas con mucho gusto he contribuido con buenos amigos de "Gira al Sol" y con un par revistas editadas y distribuidas en Querétaro, México publicando un par de artículos de divulgación que con gusto hoy comparto con ustedes en este espacio.

Verde que te quiero verde
Publicado en la Revista Transforma Edición Agosto-Septiembre 2013 
y en la Revista Juriquilla de Agosto de 2013

Desarrollo sustentable, ecoeficiente, hipotecas verdes, energía alternativa, emisiones de carbono y… ¡que levante la mano el que conoce el significado de todos estos términos tan de moda hoy en día!

El mundo hoy está tan saturado de contaminantes como de información a favor de un medio ambiente sano y limpio pero la verdad es que pocos se toman el tiempo de explicarnos a los simples mortales de qué se trata todo esto y sobretodo cómo podemos nosotros contribuir a una causa tan noble.

Comencemos por dejar claro que el desarrollo sustentable o sostenible no es aquel que se logra gracias a un capricho del tipo “verde que te quiero verde”. El concepto va mucho más allá de la conservación del medio ambiente. 

La realidad es que la búsqueda del desarrollo sustentable nos debiera convertir a todos en talentosos artistas circenses que logran el delicado equilibrio de tres platos de porcelana al mismo tiempo. En el primer plato tenemos sin duda la conservación del medio ambiente, en el segundo está la economía y en el tercero la sociedad.

Para hacer aún más impresionante este acto resulta que los platos funcionan como una balanza y si hay mucho peso en uno el sistema entero se desequilibra.

En nuestro primer intento no resolveremos el problema del cambio climático ni de la hambruna pero si intentaremos dejar de enviar tantas bolsas plásticas al basurero así que comenzaremos con el firme propósito de llevar bolsas de tela para las compras. Un poco de fuerza de voluntad y tenemos lleno el plato del medio ambiente pero ¡cuidado!, los otros platos no tienen peso y el malabar se nos está complicando. Así que, decido que mis bolsas de tela serán hechas en México y mejor aún en mi región para así contribuir al crecimiento de la economía local ¡increíble!, ¡hemos balanceado dos platos!, pero el tercero está al borde del precipicio. ¿Qué tal si entonces mis bolsas de tela fabricadas en mi ciudad las pago a un precio justo para garantizar que quien las hizo reciba una retribución adecuada por su trabajo? ¡Tercer plato balanceado!

Ahora que ya dominamos los principios del acto podemos atrevernos a algo más difícil: a que el rutinario acto de bañarnos no impacte de forma negativa a este planeta. Así que jabón biodegradable en mano nos disponemos a abrir la ducha y a bañarnos en cinco minutos para no desperdiciar agua que en muchas regiones del mundo es escasa. Pero nada como un baño con agua caliente, lo triste es que el gas que usamos para calentarla por un lado es un derivado del petróleo y por otro tenemos que quemarlo para que cumpla con su trabajo y entonces hemos enviado a la atmósfera una buena cantidad de carbono que tiene el poder de secuestrar calor y promover el tan afamado cambio climático. Piensa, piensa… ¡Eureka! asunto resuelto si usamos el poder de nuestro querido astro rey y un dispositivo maravilloso conocido como calentador solar el cual si es fabricado en nuestro país y es comprado en una empresa que es responsable y justa en el trato a sus trabajadores, asociados y clientes nos permitirá de nuevo recibir ovaciones por nuestro acto de equilibrio sustentable. 

Como podrán imaginar hay cientos de factores que pueden influir para que el desarrollo sustentable no pase de ser un sueño, pero tranquilos que la receta secreta es simple: estar conscientes de que este equilibrio es necesario tarde que temprano. A esto se le llama tener una conciencia sustentable y si bien no siempre tendremos éxito, será la búsqueda de esta armonía lo que nos llevará a lograr grandes cambios.

Cambio Climático
En Prensa

Chicos y grandes, maestros y alumnos, periodistas y peluqueros, escritores y bailarines; todos últimamente todos atribuyen estos repentinos golpes de calor, las lluvias torrenciales, las violentas granizadas y el frío casi polar al cambio climático y este cambio se lo atribuyen a la cualidad depredadora del ser humano sobre nuestro planeta.

¿Qué tan cierto es esto?, ¿existe el tan mencionado cambio climático?, y si existe ¿qué es?, ¿por qué existe? y principalmente ¿hay algo que podamos hacer o dejar de hacer para mejorar estos locos episodios climatológicos? Pues bien, el cambio climático no es otra cosa mas que la modificación del clima respecto a un registro histórico; es decir y de forma muy simplista que si en determinada región durante agosto se ha registrado lluvia durante 18 a 20 días a lo largo de 50 años, podemos hablar de un cambio climático cuando la lluvia sólo se presenta tres días en el mes. Ahora, ya no es un lluvioso agosto, algo pasó este año y los culpables del cambio podemos ser tanto los seres humanos con nuestra actividad cotidiana como la propia naturaleza y sus ciclos en algunos casos aún misteriosos. 

La Organización de las Naciones Unidas (ONU) decidió por convención utilizar el término 'cambio climático' sólo para referirse a los cambios causados por las actividades humanas. Lo que le toca a la naturaleza lo han bautizado como 'variabilidad del clima'. 

El cambio climático incluye al también muy famoso calentamiento global pues los cambios en el clima pueden ser notados en temperatura, lluvia, presión atmosférica, nubosidad, vientos y/o humedad. Esto explica que a veces exista confusión y se diga que una nevada sea a causa del 'calentamiento global' cuando en realidad se quiso decir 'cambio climático'. Los términos aparecieron en los medios masivos de comunicación casi al mismo tiempo y con la misma fuerza así que las confusiones están a la orden del día. 

Determinar quien es el culpable de qué cosa es muy difícil, al final el clima no es más que un modelo estadístico, es un gran libro de registros a los que se les encontró hace un tiempo un patrón el cual permitió etiquetar el clima de cada región y/o de cada estación llegando incluso al extremo de etiquetar a Chicago como la ciudad de los vientos o a Cuernavaca como la de la eterna primavera. Cuando aparecen excepciones que cambian la regla no es fácil encontrar el origen de esta excepción. 

Estas muchas veces sorprendentes excepciones pueden tener su origen en nuestro estilo de vida que hoy obliga a usar y a abusar de los recursos naturales y aquí es donde entra el también afamado tema de las emisiones de carbono. 

Existen seis gases clasificados como de efecto invernadero debido a su gran capacidad de atrapar calor y no dejarlo salir; el primero de estos gases es el vapor de agua que se produce tanto cuando nos bañamos como en las grandes industrias; en esta lista encontramos también al abundante bióxido o dióxido de carbono (CO2), al metano (CH4) y a otros un poco más complejos. 

La capacidad de atrapar calor de estos gases no es algo malo, al contrario es lo que ha permitido que vivamos en un planeta con una temperatura agradable; sin embargo, ni la madre naturaleza ni nadie se imaginó nunca que estos gases se producirían en las cantidades que se registran hoy en día. 

El CO2 se produce en estufas, calentadores, vehículos, industrias, fogatas, incendios y cualquier otra cosa que haga combustión; también se produce cuando se descompone materia orgánica y aquí se acompaña del CH4 que tiene 24 veces más capacidad de guardar calor; y se produce también al quemar carbón o petróleo para generar electricidad. Así que, cada vez que encendemos nuestro calentador de agua, manejamos nuestro vehículo o simple y sencillamente prendemos un foco estamos contribuyendo a la emisión de carbono y por tanto al cambio climático. 

¿Qué podemos hacer entonces para poner nuestro granito de arena y quitar nuestro gramo de carbono? Lo más fácil es ahorrar y esto se logra usando las cosas con moderación; pero si queremos ir más allá de aportar un granito podemos cambiar nuestro auto por una bici o por transporte público (al menos unos días de la semana), nuestros focos comunes por ahorradores, nuestro calentador de agua de gas por uno solar y ¿por qué no?, podemos incluso pensar en convertir nuestra casa en toda una vivienda ecológica capaz de alojarnos con todas las comodidades y el menor impacto ambiental.

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