El frío arruina la credibilidad del calentamiento global
¿Cuántas veces más tendremos que oír eso de que el calentamiento global y el cambio climático son cuentos chinos inventados por los ecologistas? Sí, me temo que cada día de frío que tengamos desde la entrada oficial de la primavera (una pena que la naturaleza no sepa que a partir de ese día debe hacer sol, aunque no mucho calor, llenarse el campo de flores y las personas de pensamientos positivos y hormonas revolucionadas, además de estar deseosas de estrenar modelos primaverales). De todo se cansa uno.
Al ser el medio ambiente un tema más de conversación en las barras de los bares, donde cada cual puede imponer su razón a base de gritos, afirmaciones contundentes y cabreos desmesurados, cuesta mucho mantener conceptos, bien definidos en el ámbito científico, como el cambio climático y el calentamiento global.
Muchas veces me esfuerzo vanamente en explicar a algún desaprensivo que el cambio climático es un proceso natural, que estamos en una época interglaciar encaminada al deshielo de los polos y que la actividad humana está acelerando sobremanera este proceso. Lo más que pueden decirte es para qué preocuparse por algo que ocurre de forma natural o qué importancia tiene que ocurra antes o después, si terminará sucediendo de todas formas. Eso cuando a uno le toman medianamente en serio.
Pero el cambio climático goza de buena reputación comparado con el pelele de los problemas ambientales, el calentamiento global. La gente no se molesta en intentar comprender este fenómeno, solo se guía por la propia intuición, a veces incluso solamente escuchan la primera palabra: calentamiento. Algo que no pueden asociar con los temporales de frío y nieve que han azotado la Península Ibérica en los últimos inviernos. Las grandes nevadas de enero de 2009 que colapsaron Madrid y que hacía muchos años que no se veían terminaron por arruinar la reputación del calentamiento global, que la masa de los opinadores solo comprendería con unos inviernos en que las playas de Benidorm estuvieran a rebosar.
El año pasado, sin ir más lejos, pasé más de dos horas bloqueado en una autopista del oeste madrileño por una fuerte nevada. Esto ocurrió el 21 de marzo, fue la forma de comenzar la primavera. Este 2013 también nevó en marzo en Madrid y, aunque estemos ya inmersos en el mes de abril, el frío sigue presente y el marzo más lluvioso desde que se tienen datosno ha ayudado a mejorar la credibilidad del calentamiento global.
¿Cómo se puede defender, a nivel de discusión de bar, la legitimidad de los problemas ambientales, de algo que en ciertos sectores se denomina desde hace años falacia ecologista? Me temo que no tengo una respuesta para este interrogante. He intentado aludir al escaso beneficio que sacamos muchos profesionales de esta corriente (claro que habrá quien se forre, como en todos los órdenes de la vida, pero no precisamente los que ponemos el despertador por costumbre y no por obligación). También he intentado sacar datos, estadísticas, pruebas, pero siempre hay quien tiene un primo con más credibilidad.
En fin, son malos tiempos para muchos sectores y el medio ambiente no podía ser menos (tampoco más, ya que leo demasiado eso de “el sector –escriba aquí su rama profesional– es uno de los más perjudicados por la crisis”), pero todos los profesionales cualificados y deseosos de demostrar nuestras aptitudes seguiremos esperando una oportunidad para mejorar la educación ambiental de la población, así como la divulgación de todo lo relacionado con el medio ambiente, algo fundamental para poder ejercer nuestra labor y corregir el rumbo de la vida en el planeta.
PS: recomiendo encarecidamente la lectura del artículo enlazado bajo las palabras "falacia ecologista", en el penúltimo párrafo, donde se acuñan términos tan coherentes y respetuosos como ecolojetas y se habla de amenazas apocalípticas, dictaduras ecologistas y la vuelta al mundo de las cavernas. El artículo es de 2007, de la época precrisis, pero creo que, cuando lo permita la coyuntura internacional, volverá a estar de actualidad. Por último, una curiosidad, el artículo tiene fecha de apenas diez días después de las palabras de Rajoy sobre el cambio climático.
El frío arruina la credibilidad del calentamiento global
¿Cuántas veces más tendremos que oír eso de que el calentamiento global y el cambio climático son cuentos chinos inventados por los ecologistas? Sí, me temo que cada día de frío que tengamos desde la entrada oficial de la primavera (una pena que la naturaleza no sepa que a partir de ese día debe hacer sol, aunque no mucho calor, llenarse el campo de flores y las personas de pensamientos positivos y hormonas revolucionadas, además de estar deseosas de estrenar modelos primaverales). De todo se cansa uno.
Al ser el medio ambiente un tema más de conversación en las barras de los bares, donde cada cual puede imponer su razón a base de gritos, afirmaciones contundentes y cabreos desmesurados, cuesta mucho mantener conceptos, bien definidos en el ámbito científico, como el cambio climático y el calentamiento global.
Muchas veces me esfuerzo vanamente en explicar a algún desaprensivo que el cambio climático es un proceso natural, que estamos en una época interglaciar encaminada al deshielo de los polos y que la actividad humana está acelerando sobremanera este proceso. Lo más que pueden decirte es para qué preocuparse por algo que ocurre de forma natural o qué importancia tiene que ocurra antes o después, si terminará sucediendo de todas formas. Eso cuando a uno le toman medianamente en serio.
Pero el cambio climático goza de buena reputación comparado con el pelele de los problemas ambientales, el calentamiento global. La gente no se molesta en intentar comprender este fenómeno, solo se guía por la propia intuición, a veces incluso solamente escuchan la primera palabra: calentamiento. Algo que no pueden asociar con los temporales de frío y nieve que han azotado la Península Ibérica en los últimos inviernos. Las grandes nevadas de enero de 2009 que colapsaron Madrid y que hacía muchos años que no se veían terminaron por arruinar la reputación del calentamiento global, que la masa de los opinadores solo comprendería con unos inviernos en que las playas de Benidorm estuvieran a rebosar.
El año pasado, sin ir más lejos, pasé más de dos horas bloqueado en una autopista del oeste madrileño por una fuerte nevada. Esto ocurrió el 21 de marzo, fue la forma de comenzar la primavera. Este 2013 también nevó en marzo en Madrid y, aunque estemos ya inmersos en el mes de abril, el frío sigue presente y el marzo más lluvioso desde que se tienen datosno ha ayudado a mejorar la credibilidad del calentamiento global.
¿Cómo se puede defender, a nivel de discusión de bar, la legitimidad de los problemas ambientales, de algo que en ciertos sectores se denomina desde hace años falacia ecologista? Me temo que no tengo una respuesta para este interrogante. He intentado aludir al escaso beneficio que sacamos muchos profesionales de esta corriente (claro que habrá quien se forre, como en todos los órdenes de la vida, pero no precisamente los que ponemos el despertador por costumbre y no por obligación). También he intentado sacar datos, estadísticas, pruebas, pero siempre hay quien tiene un primo con más credibilidad.
En fin, son malos tiempos para muchos sectores y el medio ambiente no podía ser menos (tampoco más, ya que leo demasiado eso de “el sector –escriba aquí su rama profesional– es uno de los más perjudicados por la crisis”), pero todos los profesionales cualificados y deseosos de demostrar nuestras aptitudes seguiremos esperando una oportunidad para mejorar la educación ambiental de la población, así como la divulgación de todo lo relacionado con el medio ambiente, algo fundamental para poder ejercer nuestra labor y corregir el rumbo de la vida en el planeta.
PS: recomiendo encarecidamente la lectura del artículo enlazado bajo las palabras "falacia ecologista", en el penúltimo párrafo, donde se acuñan términos tan coherentes y respetuosos como ecolojetas y se habla de amenazas apocalípticas, dictaduras ecologistas y la vuelta al mundo de las cavernas. El artículo es de 2007, de la época precrisis, pero creo que, cuando lo permita la coyuntura internacional, volverá a estar de actualidad. Por último, una curiosidad, el artículo tiene fecha de apenas diez días después de las palabras de Rajoy sobre el cambio climático.