Antes, todo esto era campo

Publicado en: Pensando el territorio por Pensando el territorio. Texto original

Entre los años 1956 y 1957 se llevó a cabo el primer vuelo que capturó el conjunto del territorio español mediante fotografía aérea. Fue el conocido como Vuelo Americano, ya que lo llevó a cabo el Army Map Service de los Estados Unidos de América.

Estas ortofotografías son, por tanto, el primer documento totalmente preciso (pudiéndose comparar con la ortofotografía actual) que tenemos del estado completo y con el que podemos ver cómo han ido evolucionando los usos del suelo.

Es cierto que antes de este Vuelo existen otros documentos que nos pueden ayudar a ver qué se cultivaba en un determinado lugar o cuál era el tamaño de una localidad (el Catastro de Marqués de Ensenada o algunos levantamientos topográficos, por ejemplo), pero al ser mapas o bocetos, no nos aportan la información o la precisión que sí lo hacen estas ortofotografías. Con este Vuelo podemos ver, de forma totalmente visual y comparar de forma mucho más efectiva, cómo ha cambiado España en poco más de medio siglo.

Así, hemos seleccionado diez lugares, tanto del interior como del litoral, que describen bastante bien cuál ha sido la evolución en el estado. Principalmente, y por resumirlo mucho, el cambio que ha existido de un uso agrícola a otro urbano.

El cambio más importante quizás se haya producido en el litoral. Hoy en día, la costa mediterránea española no es más que un continuo de urbanizaciones, hoteles y apartamentos, pudiendo contar con los dedos de una mano los espacios libres que podemos encontrar aún. Tres claros ejemplos de este cambio son:

  • La Manga del Mar Menor, en Murcia: En 1956 era tan sólo un cordón litoral que creaba un pequeño mar. Hoy en día, es todo un maremágnum de hoteles y viales. Aún recuerdo a una antigua conocida como explicaba totalmente emocionada lo que es La Manga: “una carretera que pasa por la mitad y a un lado y otro sólo hay hoteles, es impresionante”. Pues eso, hemos pasado de un espacio virginal que podía ser utilizado para un turismo diferente, ya que es un lugar distinto, a convertirlo en otro similar a cualquiera de la costa, lleno de turistas en busca de más sol y playa. Además, por lo visto, parece que no le espera un futuro muy halagüeño.

Manga_1

Imagen 1: Comparación de La Manga del Mar Menor.
Fuente: Elaboración propia.

Ábrela completa aquí

  • Marbella, en Málaga: Y es que el turismo de sol y playa ha llenado los bolsillos de los españoles, aunque de unos más que de otros, y, por ello, todo era poco sitio para seguir construyendo. En esta ciudad pasó algo similar a lo que contamos en La Manga, un estallido de la construcción de urbanizaciones y hoteles que ha multiplicado la población de la ciudad. Campos de cultivo que alimentaban a la población autóctona están hoy en día hormigonados. El pequeño puerto de pescadores se ha convertido en uno deportivo,… Además, los rompeolas, espigones y puertos han provocado el cambio de la deriva marina, con la consiguiente erosión de algunas playas.

Marbella_1

Imagen 2: Comparación de Marbella.

Fuente: Elaboración propia.

Ábrela completa aquí

  • Empuriabrava, en Girona: Este es el último caso de litoral asfaltado que vamos a ver y es, para nosotros, el más espectacular. En 1956 tan sólo existían en este lugar campos de cultivo y un arroyo o cauce de agua que desembocaba en el Mediterráneo. Hoy en día es todo una localidad construida sobre canales y puertos totalmente artificiales. Los campos de cultivo, de nuevo, han dado paso a más y más urbanizaciones, puertos deportivos y hoteles, para construir la “Pequeña Venecia” que, por cierto, ha vuelto a ser amnistiada por la Legislación, es más, a consecuencia de esta última Ley ya es propiedad privada, aunque se construyera sobre suelo público.

Ampuria_1

Imagen 3: Comparación de Empuriabrava.
Fuente: Elaboración propia.

Ábrela completa aquí

Además, el litoral también se ha visto alterado por otros motivos, de entre ellos hemos seleccionado dos: el atentado ecológico que se produjo en la Bahía de Portman y el retroceso del Delta del Ebro.

  • La Bahía de Portman: En 1956 esta bahía era tan sólo una más de la costa murciana. Justo en ese año se comenzó a explotar la mina de pirita que causó una de las mayores agresiones ecológicas a la costa de todo el Mediterráneo. Esta mina vertió una gran cantidad de residuos inertes, procedentes de la extracción, a la bahía, hasta que se fue colmatando, dejando el puerto que existía totalmente inservible (un puerto que era considerado como puerto refugio, es fácil adivinar el porqué).

Portman_1

Imagen 4: Comparación de la Bahía de Portman
Fuente: Elaboración propia.

 

Ábrela completa aquí

 

  • El Delta del Ebro: Aunque parezca mentira, las dos imágenes están situadas una encima de la otra. El retroceso que se ha producido del Delta en apenas 50 años es espectacular. Este proceso se ido generando por la eliminación de gran parte del aporte de  sedimentos que traía el río al Delta, a consecuencia de la construcción, principalmente, de dos grandes embalses, el de Mequinenza (1966) y Ribarroja (1969) y la  erosión que, por ello, se ha ido produciendo sobre la costa.

Ebro_1

Imagen 5: Comparación del Delta del Ebro.
Fuente: Elaboración propia.

 

Ábrela completa aquí

 

Pero no sólo en la costa se han producido estos cambios. El interior ha sufrido también grandes modificaciones que podemos observar comparando la ortofotografía actual y la de 1957. Por un lado tenemos cambios agrícolas:

  • Los invernaderos de Almería: Ser la huerta de Europa ha convertido a ciertas localidades de Almería, también, en algunos de los municipios más ricos de todo el continente. El oro rojo, como algunos llaman al tomate, ha llenado los campos de la provincia andaluza de plástico blanco, en un tsunami que tan sólo ha podido ser parado a las puertas de los Parques Naturales. De unas tierras cuasi áridas y mediante un uso milimétrico del agua, se ha obtenido un vergel, aunque sepultado bajo capas de polímeros.

Invernaderos_1

Imagen 6: Invernaderos cerca de Almerimar (Almería).
Fuente: Elaboración propia.

 

Ábrela completa aquí

 

  • Los olivares de Jaén: La idílica y monótona idea de la provincia de Jaén, llena de cerros y montañas cultivados de olivares desde la base hasta la cima, no siempre ha sido así. El olivar milenario bético que abastecía a Roma no estaba en esta provincia (o no estaba totalmente en ella), sino, más bien, en las que podían acceder los barcos subiendo el Guadalquivir, que en aquella época era navegable hasta Andújar. En 1956, gran parte de los campos que hoy en día son usados para la obtención de aceite, eran cerealistas. La gran explosión, otro de los tsunamis agrícolas andaluces, se produjo tras la entrada de España en la, entonces llamada, Comunidad Europea.

Olivares_1

Imagen 7: Olivares cerca de Fuerte del Rey (Jaén).
Fuente: Elaboración propia.

Ábrela completa aquí

  • Los arrozales del Guadalquivir: En la provincia de Sevilla, poco antes de llegar a su desembocadura y Doñana, existen hoy en día grandes extensiones cultivadas de arroz. En 1956, aunque ya se observaban, eran tan sólo una parte de los que hoy en día se encuentran. Además, el río se ha modificado artificialmente desde esa fecha, encauzándolo y generando el área conocido como “Entremuros”, que años después sirvió para reducir el efecto que tuvo la rotura de la balsa de Bolidén en Aznalcollar.

Guadalquivir_1

Imagen 8: Arrozales del Guadalquivir.
Fuente: Elaboración propia.

Ábrela completa aquí

Otros de los lugares en los que se han producido estos cambios son en las sierras y áreas rurales. Por una parte, se ha producido un abandono de los cultivos, aumentando el área forestal. Además, se han deshabitado pequeñas aldeas y municipios y se han dejado de pastar grandes superficies, con el consiguiente aumento de los incendios. Por otra parte, sin embargo, se han generado otras infraestructuras y urbanizaciones para, por ejemplo, construir estaciones de esquí, como la que se muestra a continuación, la de Baqueira-Beret, en el Pirineo ilerdense.

Como se puede comprobar, en 1956, las zonas más bajas y llanas del valle estaban ocupadas por campos de cultivo y prados, mientras que, conforme se ascendía, existían zonas arboladas. Hoy en día, se ha construido una gran carretera que asciende hasta la estación, así como todo lo necesario para alojar a los esquiadores que llegan para disfrutar de la nieve. No se observan esos campos de cultivo, que hoy en día (los que quedan) son tan sólo áreas para pasto o un gran aparcamiento.

Baqueira_1

Imagen 9: Estación de Baqueira-Beret.
Fuente: Elaboración propia.

Ábrela completa aquí

Finalmente, no podemos  dejar de analizar cómo ha cambiado el uso de suelo en España sin ver una ciudad. En este caso, hemos seleccionado la de Segovia, por ser una ciudad mediana que, debido a  su situación ha crecido bastante.

Como se ve, el crecimiento ha sido enorme, duplicándose la superficie construida en medio siglo. Sin embargo, este aumento no se ha parado tan sólo en la ciudad, sino que los pueblos de alrededor también se han visto arrastrados a este frenesí constructor: El Sotillo, al norte, o San Cristóbal de Segovia, al este, han crecido tanto o más que la propia ciudad, ya que, como se puede ver en las imágenes, casi no aparecían en la de 1956.

Segovia_1

Imagen 10: Comparación de Segovia.
Fuente: Elaboración propia.

Ábrela completa aquí

En definitiva, como hemos podido comprobar, la España de los años 50 es muy diferente a la actual. España se ha actualizado y aumentado su nivel de vida de forma espectacular. Se han ampliado y modernizado cultivos, por ejemplo, lo que nos ha llevado a ser una potencia en el mundo agrícola en muchos casos. Sin embargo, lo que más impacta al ver esta evolución, es todo lo que se ha construido, convirtiéndonos, o queriendo, en la Florida de Europa, pero de tal forma que hemos perdido muchos lugares únicos en el mundo.

Las cicatrices dejadas sobre el territorio, a través de accidentes o urbanizaciones, serán difíciles de recuperar, seguramente imposible. Pero además, estos cambios siguen produciendo hoy en día efectos que no sabemos o no queremos atajar y que en un futuro nos acordaremos de no haberlo hecho cuando pudimos, quizás cuando, por ejemplo, terminemos de erosionar el Delta del Ebro o el conjunto de las costas mediterráneas.

 

 

 

 

Puedes leer y comentar el artículo completo en Pensando el territorio