Tres reflexiones antes de gastar dinero en Navidad

Publicado en: El Ambiente Entero por JST Sanz. Texto original

Se acerca la Navidad y con ella la mayor época de excesos, gastos e irresponsabilidades del año. Ya sé que la crisis lo domina todo y que veremos los informativos repletos de reportajes sobre cómo influye la situación económica en los hábitos navideños, tales como la modificación de los menús, la reinvención de los regalos o la redistribución de las fiestas de fin de año. Pero estoy convencido de que seguirán siendo las semanas de mayores gastos inútiles de 2012, una condición que no es buena para la economía, tampoco para las personas ni, por ende, para el medio ambiente. Con tres sencillas reflexiones podemos evitar las garras del consumismo descontrolado.



1-    ¿Necesito ropa nueva?

En estas fechas es muy común que se celebren reuniones de amigos, cenas de empresa y otros eventos que requieren, en algunas ocasiones, cierta etiqueta. Es por ello que se suele aprovechar para comprar nuevos modelos que lucir, una parte de los cuales pasarán al ostracismo en apenas unos usos.

La reflexión que cabe hacerse aquí es si realmente es necesario estrenar ropa cada vez que se acude a un acontecimiento social, de mayor o menos relevancia. ¿Por qué no aprovechar trajes que ya tenemos? ¿Qué tal probar nuevas combinaciones que puedan dar una segunda vida a vestidos ya olvidados? Esto puede evitar, de forma directa, un gasto y, como siempre que se impone la reutilización, un ahorro de materiales. Y tampoco le estamos diciendo a nadie que vaya vestido de la misma manera a todos los eventos, simplemente que cambie el derroche por imaginación.

2-    ¿Me voy a comer toda esta comida?

La Navidad también destaca por las comidas y cenas copiosas, ya no las mencionadas anteriormente, sobre las que es más complicado tener un cierto control, sino las celebradas en casa, que suelen ser la Nochebuena y la Nochevieja, junto con las comidas de Navidad y Año Nuevo y, en muchos hogares, la Noche de Reyes.

Para estos días, en que es habitual que se junte un número significativo de familiares o amigos en una casa, no se suele reparar en gastos: mariscos, ibéricos, carnes, pescados, postres, bebidas espirituosas… Y todo en cantidades industriales, para evitar la falta de suministro.

¿Cuánta comida sobra? ¿Cuánta bebida se acaba tirando por el fregadero? Deberíamos hacernos estas preguntas cuando estemos haciendo las compras navideñas para las comidas y cenas.

Una idea es no comprar “todo de todo” en cada ocasión, las cenas temáticas son una forma de ahorro: lo que se coma en Nochebuena, no se compra para Nochevieja. El pescado, más ligero, para la cena y la carne, más contundente, para la comida del día siguiente, en lugar de servir los dos platos a la vez. Y aquellos caprichos a los que no hayamos encontrado hueco en ninguna de las cuatro primeras ocasiones, los reservamos para una cena especial la Noche de Reyes.

De esta manera, se evitará algo que me enseñó un profesor de economía en la facultad: el punto de saturación de los langostinos. Recordad que el primero está rico, pero el decimosexto no lo estará tanto. Evitemos llegar a ese punto y disfrutemos de todos los manjares como se merecen. Hagamos que cada plato sea especial.

3-    ¿Es necesario colmarnos de regalos?

El tercer punto preocupante en la Navidad son los regalos, especialmente en el caso de los niños. ¿Es razonable pensar que un niño va a disfrutar de los regalos si el mismo día recibe una videoconsola, una bicicleta y un teléfono móvil? ¿Cuántos niños conocemos que a últimos de noviembre ya saben qué regalos van a recibir y de quién?

Esto es un exceso y puede que nada productivo. Si el niño recibe un solo regalo lo disfrutará al máximo y no parará de jugar con él. Habrá otras ocasiones en el año para seguir teniendo detalles con él, como su cumpleaños o el final de curso con las buenas notas.

Pero no solo los niños son el problema, también los adultos cometemos estos excesos regalándonos entre nosotros. Una elección coherente de los regalos nos evitará gastos, disgustos y estrés. En este apartado también se podría hablar de reutilización: ¿cuántas cosas tenemos que no usamos o no queremos y a otras personas les podrían hacer felices?

Estos son solo algunos de los excesos que se podrían evitar en la época navideña y conviene pensar sobre ello, porque la crisis ambiental es muy grave y todo lo que sea reutilizar, ahorrar en materiales y evitar residuos es muy positivo. Además, hay que aprovechar la situación económica que anima a la gente a ahorrar dinero, ya que muchos de los consejos ecológicos que se pueden dar en estas fechas son tan buenos para el bolsillo como para el medio ambiente.

¿Se me olvida alguno?

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