El otoño es un estado de ánimo…

Publicado en: Andanzas de un Trotalomas por Trotalomas. Texto original

Y en mi caso se trata de uno cargado de contrasentidos. Por un lado, esta estación supone un adelanto de lo que será el invierno y, como tal, invita en cierto modo al recogimiento, tal y como me ocurre a mí. Por otro, también invita a realizar la infinidad de acciones que el verano nos ha hecho dejar de lado. Puede que los largos días del estío y el buen tiempo reinante nos hagan creer que son los idóneos para todo tipo de actividades al aire libre, pero las altas temperaturas de nuestro clima mediterráneo aquí en el sur no son precisamente muy halagüeñas si lo que deseamos es echarnos al monte como buenos trotalomas que somos. Por eso me gusta el otoño, porque todavía no presenta todo el rigor climatológico del invierno, aunque hay que estar precavido siempre ante posibles tormentas (como la que, por cierto, parece que estará sobre nosotros la semana que viene), además de ser una estación que invita a la mesura. Es época de cosecha, de recoger lo trabajado y de ir preparando el terreno para la futura siembra.

Cuando comencé hace tres años Ciencias Ambientales por la UNED escribía por aquí la ilusión con que afrontaba esta nueva etapa. Sabía que no iba a ser un recorrido fácil por más que me apasionase el tema, y que compaginar el estudio de una carrera con una trayectoria profesional dentro de un entorno competitivo y con un trabajo intelectual iba a resultarme costoso. Pero sarna con gusto no pica, como suele decirse, y así fue como inicié la aventura que a lo largo de estos años he venido relatando, muy de cuando en cuando, en el blog: cómo esperaba que fuese cada año y las sensaciones obtenidas al acabar el curso. Este último, muchos lo sabéis, no ha sido particularmente sencillo. Ya lo barruntaba al comienzo del curso y por eso únicamente me matriculé de una asignatura anual que esperaba disfrutar enormemente: Ecología. Pensaba darme un año hasta cierto punto sabático, aprendiendo con esta asignatura y compaginándola con el estudio de inglés y otras competencias que quería reforzar en informática. Iluso de mí, el año ha sido más un camino de cabras que otra cosa. Lo cierto es que la carrera ha sido una víctima más de cuanto me ha venido ocurriendo y de las trabas que, a todos los niveles, se me han ido presentando. Así, acabé dejando la asignatura cuatrimestre tras cuatrimestre por no sentir que la llevaba tan preparada como deseaba, y terminé presentándome en septiembre. El examen fue a principios de mes y, aunque todavía no sé los resultados, lo cierto es que ni tan siquiera la nota más alta posible me satisfaría a día de hoy: siento que no la he disfrutado, que he terminado obsesionado con ella y con los impedimentos que tenía y que me impedían cumplir conmigo mismo los objetivos que me había planteado.

Esta desidia ha alcanzado a otros planos de mi vida. El blog, como habéis visto, ha sufrido mucho (no solo estas Andanzas…, sino Homo libris (y su hermano pequeño bolsilibresco) o Lobosoft), y este es una mera manifestación más de todo esto que os cuento.

Así fue como, al terminar el año académico, tomé una dura decisión: dejar la carrera por este año. Pienso seguir con ella más adelante, pero quiero sentir que la retomo con la ilusión y alegría con la que la comenzaba tres años atrás. No quiero que sea una carga más en un año que, me temo, va a ser más duro que el anterior. He cambiado de empresa y las exigencias se van a multiplicar en un factor importante. El inglés en ella es ya una necesidad, no una opción, y me gustaría mejorar en lo profesional recuperando tecnologías en las que siento que me estoy oxidando y ampliar mis conocimientos en campos que me interesan sobremanera como es el de la inteligencia artificial.

Por otro lado, también ha tenido mucho peso en mí la decisión del actual Gobierno de subir los precios públicos universitarios. Hasta ahora he ido sacando todas las asignaturas adelante en el primer examen, durante la primera convocatoria. Pero los precios para las sucesivas han subido de una forma tremendamente injusta y, en particular, la UNED ha sufrido un incremento abusivo. Si bien estoy contento con la universidad a distancia, he de decir que sus servicios son muy mejorables (especialmente tras disfrutar este año de algunos de los cursos que la Universidad de Stanford, entre otras, ponen a libre disposición de la ciudadanía a través de plataformas como Coursera), y me parece humillante que sus precios superen incluso a los de las universidades presenciales cuando, para qué vamos a engañarnos, flaquea tanto en asuntos como las prácticas de laboratorio o en algunos materiales preparados por los propios equipos docentes. Que luego los hay maravillosos, no lo niego, pero desgraciadamente no son la norma.

Como veis, por lo que decía un par de párrafos más arriba, de todas formas no me va a dar tiempo a aburrirme. En cuanto al medio ambiente, no se va a quedar en nada: por un lado quiero ir haciendo otro tipo de cursos que vayan complementando lo ya aprendido pero que no requieran tanto tiempo (actualmente estoy dentro de uno sobre Educación Ambiental del Plan Andaluz de Formación Ambiental de la Junta de Andalucía), tengo mil lecturas pendientes (de todo tipo, pero también del ámbito científico) y deseo con todas mis ganas que el blog vuelva a resurgir gracias a las salidas al campo que tengo tan abandonadas y con ese aprendizaje continuo que todo naturalista desea vivir.

Hoy es 22 de septiembre de 2012, comienza el otoño y siento que con él lo hace una nueva etapa. Marcada por mi deseo de que así sea, sí, pero también por la necesidad de que esto ocurra. En el cumpleaños de Frodo y Bilbo, en el de mi ya desaparecido perro Lobo, nace el otoño y espero que con él una nueva etapa de mis andanzas. Todo esto me ha recordado la canción que Bilbo canta cuando sale de viaje en El Señor de los Anillos y que me parece la más apropiada en estos momentos:

El camino sigue y sigue
desde la puerta.
El camino ha ido muy lejos,
y si es posible he de seguirlo
recorriéndole con pie decidido
hasta llegar a un camino más ancho
donde se encuentran senderos y cursos.
¿Y de ahí adónde iré? No podría decirlo.

Curiosamente, o puede que no tanto, es la misma con la que comenzaba la entrada donde, tres años atrás, relataba el comienzo de mi andadura como futuro ambientólogo. Acabo de verlo al buscarla para enlazarla más arriba. Que sean estas palabras las que nos guíen.

Feliz caminar. Nos vemos en la próxima encrucijada.


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