Basura Cero: El experimento. Primera Parte

Publicado en: Vida Simple y Sustentable por Sofía López Olalde. Texto original


En varios países se promueve desde hace algunos años el concepto de "Basura Cero" el cual partió de la idea de poder hacer un reciclaje total. Es  mucho más que una técnica, en realidad es una filosofía de vida, una política de gobierno y una estrategia de desarollo que como resultado maximiza el reciclaje, disminuye los desechos, reduce el consumo y garantiza que los productos sean fabricados para ser reutilizados, reparados o reciclados para volver a la naturaleza o al mercado.

Siempre he creído en este concepto y miro con asombro como es promovido con mucha fuerza en California, Argentina, Canadá; Europa completa; me alegra sobremanera ver como el impulso viene en muchos casos, desde los propios gobiernos y en otros de organizaciones ciudadanas que han decidido dar fin de una buena vez al problema de la basura dejando de producirla. Pero luego, regreso la vista a mi propio país, o a Centroamérica, o a Perú, a Uruguay, a Bolivia, a Colombia y me sorprende que prefieran seguir gastando en  máquinas, excavaciones gigantes, tecnología, cajas y cajones, escobas y cubos para esconder lo mejor que se pueda las miles de toneladas de basura que inundan las ciudades.

Estoy también consciente que criticar es fácil, que leer un libro y pensar que lo escrito se pone en práctica en dos patadas es un error y que la cultura propia de cada país aunada a sus problemas sociales puede convertir un proyecto como "Basura Cero" en un reto demasiado complejo.


Así que, desde hace unas semanas decidí hacer un proyecto piloto basado en las premisas de "Basura Cero", el lugar: mi propia casa. A partir de hoy, y cada viernes, hasta que logre concluir algo sensato, estaré contándoles por aquí mi experiencia.

Comencemos con lo primero: observar, clasificar y cuantificar la basura en casa. Para ello coloqué diferentes contenedores que me permitieran poner de forma separada: botellas de plástico, latas, papel y cartón, desechos orgánicos, tetrapack, vidrio, desechos sanitarios y las bolsitas de la leche, porque acá los lácteos (leche, yogur y crema) se comercializan en bolsa.

El primer problema al que me enfrenté evidentemente fue el espacio para poner los contenedores, los cuales vale la pena decir no son nada elegante o elaborado, son simplemente cajas o incluso bolsas muy grandes. El patio parecía un buen lugar hasta que comenzó a llover a cántaros; así que mude toda mi basura bajo techo, el sitio no es el más cómodo pero me consuela saber que cada vez que tiro la basura que básicamente se genera en la cocina hago ejercicio en la vuelta a visitar mis contenedores.

El segundo problema fue la cantidad de desechos que no pertenecían a ningún contenedor y que llegan a casa sin que uno los llame; a este desafinado conjunto le he llamado "los plastiquitos inútiles" los cuales encontramos: envolviendo el jamón o queso que compramos, cubriendo la pizza que ordenamos, abrazando una caja, botella u otro empaque (esos son los más inútiles) o conteniendo algún polvo como chocolate, azúcar, sal.

Ahora he comenzado a listar esos desechos que no caben en ningún lugar, a identificar su origen y a poner a los fabricantes en mi recién inaugurada "lista negra". Al mismo tiempo he comenzado a identificar por la ciudad los lugares a donde puedo llevar a reciclar el contenido de cada uno de mis contenedores y he inaugurado mi composta casera.

Los invito a sumarse a este proyecto y a compartir en este espacio su experiencia; si muchos hacemos lo mismo en diferentes latitudes comenzaremos a identificar las fallas en los sistemas de producción locales y globales y podremos saber si dejar de producir basura puede ser una realidad en nuestra ciudad.

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