Cazador cazado

Publicado en: Andanzas de un Trotalomas por Trotalomas. Texto original

Estos ismaelitas del mundo animal, aunque abundan en las regiones más agrestes de España y Portugal, raras veces se ponen a tiro. Mucho más astuto que el zorro, el lobo jamás olvida el peligro ni a su adversario, el hombre. Cuando se les alerta en una montería, los lobos avanzan lentamente, escudriñando su camino como mariscales en territorio enemigo, y al llegar a algún risco o mancha se echan, esperando la llegada de los ojeadores, que han de pasar a un lado, permitiéndoles retroceder huyendo hacia atrás.
[...]
Demasiado astuto para caer en trampa alguna, ha disminuido, sin embargo, la cifra de lobos en los últimos años, debido al empleo de veneno; creemos, sin embargo, que subsistirán los lobos en España durante siglos.

La España agreste. La caza. Abel Chapman y Walter J. Buck. (1893)

Mi nombre es Trotalomas y soy “naturómano”. Ya, ya sé que el Diccionario de la Real Academia de la Lengua no incluye esta palabra. Ni tan siquiera existe, a diferencia de naturista, naturalista, naturópata, vengan o no recogidas sus acepciones en el DRAE, pero debería aparecer grabada a fuego, pues tal es la sensación que nos recorre por dentro a quienes caemos en dicha adicción. Mi primer “camello”, junto a mi padre, y a la vez que él, el que posiblemente más me haya marcado, habría cumplido hoy ochenta y cuatro años si no fuese porque en un fatídico día de hace treinta y dos le perdimos. Efectivamente, soy un adicto a la naturaleza y hablo de Félix Rodríguez de la Fuente.

Félix Rodríguez de la Fuente y un terrible lobo feroz. ;)

Félix Rodríguez de la Fuente y un terrible lobo feroz.

Si hoy día Félix levantase la cabeza posiblemente sentiría en su corazón dolor ante el tronar de las armas de fuego y el silencio del aullido del lobo. Él, que fue el precursor en nuestros país de un cambio de mentalidad, él, que hizo que las “alimañas” dejasen de serlo para convertirse en águilas culebreras, en buitres sabios, en bellas matadoras, en linces y en lobos. En animales con nombre propio, científico y poético en la voz del inmortal burgalés. Hacia el lobo, nuestro histórico rival, guardaba Félix una especial devoción, pero ¡ay!, corren tiempos aciagos para nuestro superpredador. La Junta de Castilla y León, la especialista en plagas, cansada de andar a la busca y captura de topillos, ha propuesto a la Comisión Europea que le deje jugar con el futuro de las poblaciones loberas al sur del río Duero. Para ello, el lobo debería pasar de ser considerada especie prioritaria a cinegética. Esto es, pasaríamos de proteger a la especie y su hábitat (lo que redunda en beneficio para otras especies que cohabitan en dicho espacio con el cánido) a permitir su caza.

El lobo pasaba por una situación extrema cuando, como apuntaba algo más arriba, Félix realizó una jugada maestra para salvarlo. La forma de proteger a dicha especie fue pedir, precisamente, que los lobos pudieran ser cazados. Así, la Ley de Caza de 1970 convirtió a una alimaña sin valor en un trofeo cinegético y, como tal, había que protegerlo. No se permitiría su caza salvo en determinados periodos del año y siempre con métodos autorizados. Atrás quedarían el veneno, los cepos y los lazos, al menos oficialmente, sistemas que podrían ser definidos sin pudor como de tortura y muerte. El que fuera nuestro más sagaz competidor desde tiempos ancestrales entraba entonces a nuestro salón a través de la televisión y no parecía tan fiero como lo pintaban las tradiciones orales y escritas.

Pasados los años, los pocos centenares de lobos que quedaban en la península han ido recuperándose. En el norte de España, en Castilla y León y Galicia, fundamentalmente, cuentan con poblaciones viables a pesar de las presiones que sufre la especie; fragmentación de hábitats debido a cambios de uso del suelo y a la construcción de infraestructuras lineales, caza furtiva, rechazo institucional, poco aprecio por parte del sector ganadero, hibridación con perros cimarrones (que son, en realidad, los que anotan en su haber la mayor parte de ataques a rebaños de ganado) y un suma y sigue demasiado extenso como para no preocuparse. En el sur del país la situación es mucho más problemática. En Andalucía la especie está en grave peligro de extinción y nuestro Canis lupus signatus no pasa por el mejor de los momentos. Así las cosas, resulta un despropósito plantearse siquiera que una especie tan emblemática, con tan pocos efectivos, que tanto ha costado proteger hasta llevarla a obtener una figura de protección adecuada, pase a ser un trofeo de caza. Lo que hace cuarenta años fue una visión de iluminado, una bendición de manos de Félix, hoy constituiría un atraso, un paso en falso, el reflejo de una ignorancia supina y un completo error.

Por esto, porque Félix así lo habría querido, por mor de la biofília y de la “naturomanía”, y, en definitiva, porque es parte de nuestro patrimonio natural, hay que recordar que el lobo vivo vale más que el lobo muerto. Luchemos por él, que no nos lo roben.

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