Para salir de la crisis hay que trabajar menos.

Publicado en: productor de sostenibilidad por alvizlo. Texto original

Parece que la consigna para mejorar la situación económica es trabajar más, ampliando la jornada laboral. Hasta 60 horas semanales piden algunos. ¿Se imaginan tener a una persona encerrada 10 horas al día 6 días a la semana? ¿Cómo puede eso aumentar su productividad?

Suponiendo un tiempo desplazamiento de 45 minutos hasta el puesto de trabajo y un descanso de una hora para comer, cumplir 10 horas diarias de jornada laboral requiere una dedicación de 12 horas y media. Suponiendo que el individuo dedique a dormir, cenar y desayunar otras 8 horas, le quedan libres unas 3'5 horas, en las que tendrá que atender obligaciones personales, necesidades de aprovisionamiento y, con el tiempo que sobra, ocio y cultura, de hacer deporte o enfermar, mejor no hablamos.

Con la jornada laboral de 10 horas podemos atender todo el horario comercial con una única persona: empieza a las 9:00 de la mañana, para a comer a las 14:00 y luego de 16:00 a 22:00. Y que aproveche las dos horas de medio día para ir al gimnasio o algo. Esto sólo le dejaría libre 2'5 horas, pero con un trabajo tan edificante como vender ropa barata fabricada en China, cobrar al consumidor en la línea de cajas del super o servir hamburguesas... ¿quién necesita tiempo libre fuera del trabajo?

Por supuesto, para aumentar la productividad contratamos mano de obra barata, a la que no pedimos ningún tipo de formación y a la que pagamos un salario mínimo, ya que, con la crisis, hay mucha gente en paro dispuesta a coger estos trabajos tan productivos e ilusionantes.

La cuestión es que si tienes a una persona encerrada durante 10 horas al día tendrá que atender durante esas 10 horas distintas necesidades, que van desde las meramente fisiológicas a otras como relación, atención sanitaria, ocio. Si una persona sale de su casa a las 8:15 y vuelve a las 22:45, entre medias tendrá la inquietud de saber qué es de sus seres queridos, tendrá que organizar planes para el día libre o hacer la compra. Tendrá que pagar los recibos y la consulta del médico, o, con un poco de suerte, algún tipo de actividad formativa. Así, una jornada excesivamente larga, provoca, inevitablemente, absentismo laboral, aunque sea de cuerpo presente, en tanto que el trabajador no puede estar dedicado todo ese tiempo a su trabajo.

Una jornada racional permitiría al trabajador ser productivo desde que entra por la puerta hasta que sale. Si la jornada laboral fuese, por ejemplo, de 21 horas semanales, unas 5 horas y cuarto 4 días a la semana en jornada flexible, el empresario podría exigir pleno rendimiento y el trabajador estar dedicado exclusivamente a su trabajo durante esas 5 horas, atendiendo su vida personal fuera del horario laboral. Los turnos serían más eficientes, y se aumentaría la productividad de la empresa, ya que nadie estaría dedicando los medios de producción para llamar a casa de la abuela a ver qué tal ha comido el niño. Es más nadie se quedaría calentando la silla a la espera de que volviese el jefe contando chistes después de una comida con los clientes: la gente simplemente haría su trabajo y volvería a su vida, sin necesidad de pasar media mañana chismeando sobre la vestimenta de la secretaria de dirección o sobre el amante del chófer del Director General.

Tal vez distribuir el horario de trabajo entre más personas podría implicar una disminución salarial, pero también una reducción de costes: cada cual podría hacerse cargo de las tareas del hogar, atender a sus seres queridos (niños o ancianos) y, sobre todo, permitiría a una mayor  cantidad de personas acceder al mercado laboral y disponer de un flujo monetario con el que participar en el sistema de consumo. Creo recordar que esta era una crisis de consumo por falta de liquidez.

Igual es una visión simplista, pero si de lo que se trata es de salir de la crisis, igual es tiempo de leer propuestas más elaboradas y empezar a ponerlas en práctica. Si de lo que se trata es de expoliar los pocos derechos que quedan a la clase trabajadora, no hablemos más.

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