Publicado en: 1/4 de ambiente por Txema CG. Texto original
En este mundo que está cerrado, todo se transforma y sobre todo la energía al transformarse y perderse en forma de calor y rozamiento es la culpable de que mi amiga Tere se deje carretadas de energía en el gimnasio (que “solo” le sirve para mantenerse en estupenda forma) y yo la desperdicie cuando voy con la bici de un sito a otro. Voy a hablar de esas ideas que entran de lleno en esa categoría de ideas llamada: “Pero, ¿como no se nos ha ocurrido antes? Utilizando amortiguadores e inversores es posible aprovechar la energía renovable que generamos para abastecer nuestro gimnasio, nuestra discoteca preferida, ayudarnos a pedalear por una cuesta o tener una batería en caso de emergencia.
Vitoria, en su estrategia de cambio climático (PDF), va a obligar a los gimnasios a ser autosostenibles utilizando las bicicletas estáticas y los botes del “step” y el “aerobic” para generar su propia electricidad. Yo mismo pude comprobarlo en el CONAMA10, en poco menos de 2 km había generado 3 W para mantener el stand. Esa energía puede ser inyectada en la red general y ayudar a los usuarios a costear sus abonos, por ejemplo. Una sala de spinning con 20 bicicletas puede generar al año 3,6 megawatts, vamos lo suficiente para 6 viviendas, según los americanos de Green Revolution.
Pero si yo no soy ciclista estático sino que me muevo de acá para allá. Pues lo he descubierto hoy en la web de Iniciativas Medioambientales: una rueda que va acumulando energía y dispone de un enchufe hembra. Vale que no podremos recargar del todo el móvil o el portátil, pero seguro que nos saca de algún apurillo.
Digan como Lavoisier: “En un sistema cerrado nada se crea, nada se destruye, todo se transforma”
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